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Ser sacerdote en el mundo de Hoy

La fecunda «soledad» del sacerdote en la sociedad de hoy
Acabo de leer unas interesantes declaraciones del secretario de la Congregación para el Clero, el Arzobispo Mons. Mauro Piacenza, sobre los sacerdotes en L´Osservatore Romano de 21 de marzo. Me parecen muy acertadas e iluminadoras. Las transcribo textualmente:- El sacerdote «no es un empleado», «es un consagrado, un ‘Cristo' de Dios», célibe, que se nutre de la Eucaristía, lejano de las modas de este mundo y al servicio de la gente.
«El sacerdote no puede realizarse plenamente si la Eucaristía no es de verdad el centro y la raíz de su vida», si su «fatiga cotidiana» no es «irradiación de la celebración eucarística».
Como recuerda el relato evangélico sobre el «lavatorio de los pies» de los apóstoles por parte de Jesús, añadió monseñor Piacenza, la tarea del sacerdote está en la entrega incondicional: «¡El sacerdote no se pertenece! Está al servicio del Pueblo de Dios sin límites de horario y de calendario».
«La gente no es para el sacerdote, sino el sacerdote para la gente, en su globalidad, sin restringir nunca su propio servicio a un pequeño grupo».
«El sacerdote no puede elegir el puesto que le gusta, los métodos de trabajo que considera más fáciles, las personas consideradas más simpáticas, los horarios más cómodos, las distracciones --aunque legítimas-- cuando sustraen tiempo y energías a la propia específica misión pastoral».
Además, aún actuando en el mundo, el sacerdote no está sin embargo «asimilado al mundo, mimetizándose en él, dejando de ser fermento transformador».
«Frente a un mundo anémico de oración y de adoración, de verdad y de justicia --añadió--, el sacerdote es sobre todo el hombre de la oración, de la adoración, del culto, de la celebración de los santos Misterios ‘ante los hombres, en nombre de Cristo'».
Su compromiso es el «testimonio, entendido etimológicamente como martirio» «en la conciencia renovada de que Cristo, ordinariamente, viene a nosotros sólo ‘en la' Iglesia y ‘de la' Iglesia, que prolonga su presencia en el tiempo».
Porque la Iglesia es «trascendente y misterio» y «sólo si no renuncia a la propia identidad sobrenatural» «podrá auténticamente evangelizar las realidades ‘naturales'».
En efecto, explica, «la Iglesia tiene la tarea ‘negativa' de liberar al mundo del ateísmo y la ‘positiva' de satisfacer la necesidad imborrable que el hombre, consciente o inconscientemente, tiene de realizarse, es decir, de la santidad».
Por ello, el sacerdote debe «responder a la sed abrasadora de una humanidad siempre en búsqueda» y sembrar esa «inquietud» que es «el santo temor de Dios».
En este sentido, la «totalidad de la oblación a Dios» es el único metro con el que se mide la dignidad de un sacerdote y la garantía de la «totalidad del servicio a los hermanos».
Al mismo tiempo, añade el arzobispo Piacenza, la apertura a los jóvenes de los «vastos horizontes de la integridad del seguimiento de Cristo» puede contribuir a afrontar la crisis de las vocaciones en la sociedad actual.
Por el contrario, observó, «allí donde se efectúan intentos reductores de la identidad y del ministerio pastoral, todo languidece por el camino de la progresiva desertificación».
Pero a la luz de la «configuración del sacerdote con Jesucristo» se comprenden mejor también las «promesas de obediencia, de castidad vivida en el celibato, en el compromiso de un camino en el desprendimiento de las cosas, de las situaciones, de sí mismos».
El arzobispo por ello subrayó que «la castidad garantiza la dimensión esponsal y la gran paternidad» y recordó que «en todo esto no hay noes, sino un grande sí liberador», «un amor más grande» que se expresa «en la lógica gozosa de la entrega».
«El sacerdote no entrará nunca en crisis ni de identidad, ni de soledad, ni de frustración cultural si, resistiendo a la tentación de perderse en la multitud anónima, no desciende nunca --en cuanto a intención, rectitud moral y estilo-- de la tarima del altar del sacrificio del Cuerpo y de la Sangre de Cristo».
Sin embargo, admitió, frente «a una disgregación cada vez más acentuada de los vínculos entre las personas, en cada ámbito social [...] no podemos pensar que la figura del sacerdote célibe no sufra el contragolpe de estas innumerables soledades».
Por esto, concluyó, hay «necesidad de sacerdotes que sepan mostrar la fecundidad para la comunión y para la comunidad de su ‘soledad' virginal».
Felicito a mis amigos sololatecos por el éxito de su Jornada de la Juventud

Impresionantes las fotos que me han enviado de la Jornada de la Juventud de Sololá-Chimaltenango, celebrada el Domingo de Ramos en las Parroquias de San Pedro y San Juan La Laguna. Los felicito sinceramente.
Y me congratulo por el trabajo de los sacerdotes jóvenes con sus contemporáneos. Ahí está el futuro del mundo y de la Iglesia. ¡Y Qué futuro más esplédido están labrando en Sololá-Chimaltenango!
Porque de los jóvenes de hoy saldrán las familias del mañana y los sacerdotes y los religiosos y religiosas... Ellos lograrán lo que los mayores no hemos conseguido. O, al menos, se acercarán un poco más a la meta.
Merece la pena ese trabajo sacrificado y lento, pero lleno de promesas y reconfortante. A veces se topa uno con la inconstancia o la superficialidad, pero también con el heroísmo y la generosidad. Y siempre los jóvenes viven más alegres y más esperanzados. Por ello es un trabajo primordial que se ha de hacer sin descuidar las demás tareas.
Pero, hay tiempo para todo si se tiene ganas, si se vive con ilusión, si se cultiva la esperanza... Y en Sololá-Chimaltenango lo hacen muy bien. Ojalá sigan progresando sin acostumbrarse a lo extraordinario, sin contentarse con los conseguido, luchando a diario por un gran futuro que ya está a la puerta.
Desde esta página, mi aliento y mi ánimo.
III Aniversario de Juan Pablo II

Mañana hace tres años que murió Juan Pablo II. Los recuerdos de aquella jornada y los días que siguieron son únicos e irrepetibles.
Fueron días de una gran pena y de una gran paz. Días de amistad y de fe, compartida con los seminaristas y sacerdotes de Sololá-Chimaltenango. Días de oración intensa y de celebración de la esperanza cristiana. Días para el crecimiento y la espectativa. Días que pienso celebrar con ganas en mi paroquia de Villamediana. Hoy ya lo anuncié y mañana lo pienso lleva a cabo.
Juan Pablo II fue un gran hombre, un gran amigo, un gran maestro, un gran sacerdote, una gran persona. El nos enseñó tantas cosas: a ser audaces, a ser sencillos, a comprometernos, a trabajar hasta el agotamiento, a no acer distinción de personas, a vivir con ganas el sacerdocio, a predicar sin descanso, a dar ejemplo...
Desde el Cielo, él nos sigue estimulando, nos empuja. Su magisterio es inagotable, las metasque nos dejósiguen siendo interesantes.
Por eso ¡qué gran gusto festejarle en su aniversario! Echaré en falta el bullicio de mis amigos sololatecos, pero me sentiré muy acompañado por ellos. ¡Cóm recuerdo aquellas proyecciones de la vida de Karol, que vimos juntos ¡Qué emoción, qué entusiasmo, qué gran ejemplo! Intentaré ver también algo del gran pontífice y leeré y releeré de su vida, para empaparme de su figura e ilusionarme con quien fue la meta de su existencia: Jesucristo.
Copio estas hermosas palabras de Benedicto XVI sobre su antecesor, Juan Pablo II, con motivo de este aniversario:
"Demos gracias al Señor porque ha entregado a la Iglesia este servidor suyo fiel y valiente. Alabemos y bendigamos a la Virgen María por haber velado incesantemente sobre su persona y su ministerio para beneficio del pueblo cristiano y de toda la humanidad. Y mientras ofrecemos por su alma elegida el Sacrificio Redentor, le pedimos que siga intercediendo desde el cielo por cada uno de nosotros, por mí de manera especial, a quien la Providencia ha llamado a recoger su inestimable herencia espiritual. Que la Iglesia, siguiendo sus enseñanzas y ejemplos, pueda continuar fielmente sin cortapisas su misión evangelizadora, difundiendo sin cansarse el amor misericordioso de Cristo, manantial de verdadera paz para el mundo entero".
La vida del sacerdote es la aventura más interesante y necesaria para el mundo

Comento estas palabras de Benedicto XVI a los seminaristas de Roma, el día 1 de febrero: "Aunque pueda parecer que la vida del sacerdote no atrae el interés de la mayoría de la gente, en realidad se trata de la aventura más interesante y necesaria para el mundo, la aventura de mostrar y hacer presente la plenitud de vida a la que todos aspiran. Es una aventura muy exigente; y no podría ser de otra manera, porque el sacerdote está llamado a imitar a Jesús, "que no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos" (Mt 20, 28)
¿Será verdad esta afirmación de Papa? ¿Será cierto que la vida del sacerdote que, efectivamente, "no atrae el interés de la mayoría de la gente", es en realidad "la aventura más interesante y necesaria para el mundo"? Parece más un engaño.
Y, sin embargo, si se examina, la razón: que la vida sacerdotal tiene como objetivo "mostrar y hacer presente la plenitud de vida a la que todos aspiran", se comprende bien que se pueda decir que supone la mayor aventura que se puede realizar. Pero es verdad, como sacerdotes esa es nuestra tarea: mostrar una vida plenificada por la verdad, por el amor, por la felicidad. Y hacerla presente en cada persona, familia, pueblo o ciudad. Efectivamente, lograrlo exige sacrificio, pero se puede lograr con la ayuda de Dios y la propia colaboración. Ejemplo de ello nos lo dio Juan Pablo II. Se dedicó de por vida a defender la verdad, a querer incluso al que atentó contra su vida, a servir a todos con su palabra, con su modo de escuchar, con su vida austera, con su esfuerzo por atender a todo el que lo necesitaba... Y así vivió una vida plena, nada aburrida, intensa y satisfactoria. Una vida, feliz, muy feliz, a pesar de sufrimientos intensos, contrariedades sin número, e incluso persecuciones y críticas feroces...
Me apunto a ese modo de vida y no a esos otros que se nos proponen en la TV, en la Presna, o en la calle. Creo que intentarlo ya da más satisfacciones que quejarse y no hacer nada. En esas estamos...
los futuros sacerdotes deben saber dialogar con las culturas contemporáneas

Lo dijo Benecito XVI a la Congregación para la Educación Católica el 21 de enero. Es decir -añadió- "reforzar y sostener significativamente la formación humana y cultural, también con la ayuda de las ciencias modernas, ya que algunos factores sociales desestabilizadores presentes hoy en el mundo (por ejemplo, la situación de tanatas familias separadas, la crisis educativa, una violencia generalizada, etc.) debilitan a las nuevas generaciones. Al mismo tiempo -sigue diciendo Benedicto XVI-, es necesaria una formación adecuada para la vida espiritual.
Pienso que esto es vital. No podemos arreglar la situación social, pero sí podemos ayudar a las personas. Especialmente a las llamadas a mejorar esta sociedad deficiente como son los sacerdotes. Y se les ayuda con una formación intensa y completa, humana, cultural y espiritual. Porque la persona es feliz desarrollando esas potencialidades y,siendo feliz ella, puede ayudar a otras a serlo. Sí, los sacerdotes no venimos a aguar la fiesta, sino a dar estabilidad, paz y felicidad, que se consiguen con esfuerzo, pero con un esfuerzo plenificador y que da satisfacción.
Mi experiencia de veinte años de formador de sacerdotes me asegura que esto no es una quimera. Cuesta, pero resulta. No se hacen milagros, pero sí mejoras notorias. Yo he visto cómo personas, que no habían leído un solo libro, se aficionaban a leer y aprendían y disfrutaban, y mejoraban la expresión, y agudizaban su percepción, y se hacían más capces de relación, de superación, es decir, se humanizaban y espiritualizaban a la vez.
Y cómo les ayudaba, además, el ambiente de oración y de silencio, de meditación y de celebración litúrgica bien cuidada. Qué jóvenes tan íntegros, tan dispuestos, tan entusiastas hizo esta sencilla formación. ¿Se erradicaban todos los defectos? ¡En absoluto! Es que .. no serían realistas ni humildes si no tuvieran defectos. Y, además, la cultura, las virtudes humanas y la vida espiritual, les enseñaba a luchar, a no rendirse, a conocerse en profundidad, a no sorprenderse por los fallos, a mirar hacia delante y no hacia atrás... Y éramos felices en este fraterno ir creciendo, en este ir aprendiendo, en este proceso intenso de formación...
Agradezco que el Papa, nos recuerde que esto es importante y que, aunque no cambie automáticamente la sociedad, planta la semilla para su mejora y para su felicidad. Y.. me siento muy feliz de mi trabajo, de tantos años, realizado con este fin...
Felicitación a los sacerdotes amigos en el Domingo del Buen Pastor

No quiero que pase esta fecha sin decirle a mis amigos sacerdotes: Felicidades en la fiesta del Buen Pastor.
Sin detenerme por nada voy siguiendo al Buen Pastor y vivo cada jornada sirviendo al Pueblo de Dios...
Con qué entusiasmo cantábamos el domingo del Buen Pastor esta canción, mientras sorteábamos camionestas, picops y demás obstáculos móviles, caminando procesionalmente por la carretera, desde el Seminario a la catedral sololateca. Y qué falicidad me procuraba cantarlo a pleno pulmón, con el fuerte acompañamiento de las voces de los seminaristas.
Recibir las felicitaciones de las buenas gentes sololatecas y de los seminaristas, me ayudaba y me daba ánimos. Aún hoy vivo de aquellos ánimos. Espero que el aire me siga trayendo los aires de aquel cantar: Ser sacerdote es misterio, ser sacerdote es misión, lo he tomado muy en serio y lo vivo con pasión.
Tal vez esos aires le llegan también a mi compañero Luis Antonio, que pastorea sus ovejuelas entre riscos y olivares, al extremo de La Rioja, ya limitando con Navarra, Soria y Aragón. Y esos aires lo alegran y lo estinulan. También espero que les alcancen a los amigos sacerdotes de Sololá y de El Salvador. Seguro que les alegran.
Al menos yo les deseo una feliz jornada, un entusiasmo imparable, una alegría, desbordante, aunque no todo salga y aunque no siempre nos entiendan. Pero ¿Quien podrá quitarnos la felicidad de lo vivido en aquellos maravillosos años sololatecos?
Felicidades, Pastores, y cuidemos bien a las ovejas, que si no siempre se lo merecen, si que lo necesitan siempre. Y el Buen Pastor nos ha elegido para que se las cuidemos y las alimentemos y las queramos en serio. ¡Felicidades!
"Neto" el del libro, y su libro...

Así le llamaba yo a mi amigo Ernesto Gramajo cuando andaba escribiendo un largotrabajo para presentar al concurso Virgen del Camino en Sololá.
Pero parece que ahora va en serio y va a publicar un pequeño pero gran libro, sobre la tremenda experiencia que ha vivido con motivo de la muerte de su compañero Matias, penosamente ahogado en el lago Atitlán.
Yo le animo desde estas páginas a publicarlo. Acaba de mandármelo y lo estoy leyendo con ganas y con alguna que otra lágrima.
Qué satisfación la que siento por estos exalumnos que se arriesgan a la aventura de poner por escrito sus vivencias. Es un riesgo que merece la pena. Y ellos, que son valientes, no se arredran por nada.
Además se necesitan ejemplos como el de Matías, un joven normal, un seminarista normal, pero un fruto logrado para el cielo, que estimulará sin duda a tántos jóvenes que no saben que desde la normalidad se puede saltar a la grandiosidad sin darse uno cuenta. Basta dejarse llevar por Dios, fiándose de quienes Él pone en el propio camino. Yo me siento feliz de haber estado un poco de tiempo en ese camino que recorrió de prisa Matías. Y me alegra que su compañero Neto, se atreva a escribirlo, contando sobre todo, las drámaticas horas del final.
Estoy seguro que escribir estas cosas le habrá servido a Ernesto para serenarse, tras la dura experiencia. Gracias, por ello, Ernesto. Y, adelante con el libro...
Voy siguiendo al Buen Pastor....

Para ser el mismo Cristo, Dios eterno me llamó y tan claro yo lo he visto que se acabó mi temor. Las cruces en el camino, el cansancio y el dolor no oscurecen mi destino ni me enfrían el amor.
Sin detenerme por nada voy siguiendo al Buen Pastor y vivo cada jornada sirviendo al Pueblo de Dios.
Prepararé cada día el alimento mejor, la sagrada Eucaristía, Cuerpo y Sangre del Señor. Ser sacerdote es misterio, ser sacerdote es misión, lo he tomado muy en serio y lo vivo con pasión.
Yo le suplico a María ser fiel a mi vocación y vivir con Alegría este hermosísimo don.
De las veces que más me impresionó oir este canto, que compuse para mis bodas de plata sacerdotales, fue aquella triste noche en la que los seminaristas de Sololá supieron que dejaba el Seminario. Nunca olvidaré aquella entrada en la capilla para exponer al Santísimo. Me corrían por dentro las lágrimas y las palabras se resistían a salir. Pero esa letra expresaba todo lo que quería decir, todo lo que necesitaba rezar, todo lo que quería conseguir. Siento que ya se hayan dispersado algunos de los que la cantaron. Ojalá donde estén puedan seguir inspirándose en esa letra y sintonizar con los sentimientos que nos inspiró aquella noche...
Feliz día del Buen Pastor...
ROBOJTIN

Es una maquinita que me cuenta las monedad. Y le puse este nombre en recuerdo de Carlos Cojtín, que con tanta eficacia hacía esta tarea en Sololá.
Gracias a este pequeño robot logro tener al día la contabilidad parroquial, para poder hacer frente a los arreglos de la casa, que estoy realizando.
Por cierto que está quedando preciosa, y ya se nota menos que es vieja. Y eso que aún queda la fachada, que necesita su buen arreglo.
Volviendo a la maquinita-robot, tengo que decir que me admira su eficacia, pues me clasifica ocho tipos, nada menos, de monedas y se programa para que al llegar a cierto número de monedas se detenga y poder así empaquetarlas. Así resulta que una tarea impertinente se ma ha vuelto entretenida.
Ya se ve que las máquinas ayudan y questa menos que mantener a una persona para que realice estos oficios. Pero no dejo de añorar el buen hacer y las atenciones de Carlos Cojtín, que espero siga realizando su labor con eficacia en el Seminario de Sololá. Mientras, yo tendré que conformarme con mi Robojtín.
Un libro sobre una época grande y heróica y sobre un hombre increible

Se trata de una interesante novela histórica del húngaro László Passuth, sobre la época más brillante y heróica de la historia de España y de los personajes que la hicieron posible. Lleva por título: "Don Juan de Austria, Señor Natural". Y recrea en cuadros llenos ve vigor y realismo la trayectoria vital y dramática del hijo natural del Emperador Carlos y hermanastro de Felipe II.
Los diálogos son muy vivaces y llenos de interés. Los personajes aparecen perfectamente caracterizados en sus caracteres complejos y llenos de matices. El ambiente se recrea con maestría, destacando la atrayente figura de Don Juan De Austria por su intrepidez, su lealtad y su noble sencillez.
Desde su juventud hasta su muerte a los treinta y tres años Don Juan de Austria vive una aventura increible, que asume con gran responsabilidad y madurez y que le permite realizar un importantísimo papel en la historia universal.
Leyendo este libro recordaba a mi amigo el P. Maco Figueroa, que se entusiasmaba leyendo la obra de Louis de Wohl, "El último Cruzado", donde se dejaba a Don Juan de Austria en Lepanto. En esta, sin embargo, se asiste a la muerte de Don Juan y se entera uno de muchas otras cosas de su intensa, aunque corta, vida. Y pensaba en cómo gozaría leyendo esta obra, que tal vez algún día logre hacersela llegar. Mientras baste esta pequeñoa invitación a todos a su lectura. No les defraudará. Aunque se editó en el 2000, hay aún ejemplares. A mí me la consiguió un librero de Logroño que la solicitó a la editorial Caralt, de Barcelona.
En Madrid

Acabo de estar en Madrid con mi familia y he podido disfrutar también unas horas de esta hermosa y ajetreada ciudad. En la tarde del lunes, tras visitar dos maravillosas librerias, donde pude ver las últimas novedades bibliográficas, me dí un paseo hasta el Palacio Real y la Catedral de la Almudena. Ver la armonía de estos singulares edificios en un atardecer primaveral es cosa de ensuño. Ante la Virgen de la Almudena recé con gran paz, mientras la mirada se derramaba por el precioso retablo del siglo XV que enmarca la Imagen venerada de la Patrona de Madrid. Hice la visita al Santísimo en su capilla, tan moderna y tan clásica, y después recé ante la sonriente imagen de San Josemaría.
Caminando tranquilo, al salir, por los jardines de la Plaza de Oriente me distraje contemplando las estatuas imponentes de los reyes godos y los jardines ya florecidos en esta aún incipiente primavera. El sol iluminaba la fachada del teatro real y yo caminaba cargado de libros hacia la estación de metro de Ópera. Fue una deliciosa tarde.
Ahora estoy en Villamediana, en mi iglesia, distinta de la Almudena y en mi casa, donde el pintor no termina con su tarea de renovar paredes, puertas, radiadores, escaleras y demás. Pero va quedando preciosa y ya no parece tan vieja y ruinosa. Aunque espero que cuando me pase la factura no me aruine económicamente la parroquia.
Rejuvenecido y renovado con el aire madrileño y reconfortado con la convivencia familiar, estoy de nuevo en la brecha, dispuesto a seguir trabajando con toda ilusión...