Una canción en recuerdo de Mons. Eduardo Fuentes
La compuse con gran afecto para recordar, tras su muerte, al amigo que se nos había ido. Hoy la escucho en una grabación y no deja de emocionarme. Han pasado quince años y parece que sucedieron ayer mismo aquellos días finales de su enfermedad y aquel memorable día 20 de julio en que nos dejó:
Sonriendo y muy sereno nos dejó el Obispo Eduardo, como amigo y Padre Bueno hoy queremos recordarlo.
A la Casa del Señor se marchó con alegría, depositando el dolor en los brazos de María.
Como experto sembrador esparcía la semilla, suscitando alrededor vocaciones y alegría.
Su corazón generoso, siempre pegado al sagrario, latía muy ardoroso impulsando al Seminario.
Formador de sacerdotes, predicador incansable. Ya han florecido los brotes, la cosecha es imparable.
El Señor se lo llevó, sin duda, para premiarlo. La tristeza terminó porque nos sigue cuidando.
En la foto aparezco con Mons. Eduardo y Don Juan Izquierdo en Honduras, durante una convivencia sacerdotal, en el año 1990.
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