Sacerdote-todo-terreno: Eduardo Fuentes Duarte
Así vi a Monseñor Eduardo durante los diez años que tuve la dicha de convivr con él.
Lo mismo atendía a jóvenes que a mayores, a sanos que a enfermos. Lo mismo rezaba que salía a hacer un "trotecito" para mantener la forma física. Lo mismo visitaba una aldea que dialogaba con los grandes de la política o de los medios de comunicación.
Recuerdo aquel día que se paró a auxiliarme cuando andaba yo, con el P. Luis, tirado en la carretera. Se agachó para soltar la llanta, que no cedía, y lo hizo con tanto entusiasmo y tal forcejeo, que sus pantalones se le abrieron por detras. Ni se inmutó, solo se bajaba el saco para que no se notara el roto.
En fin, tantos y tantos momentos de atención, de trato, de cuidado paterno, de solicitud amistosa, de enseñanza, de ejemplo.
Que desde el cielo nos siga cuidando. Ahora, ciertamente, ya no peligra su episcopal pantalón... Y si aún se necesitara un arreglo espero que anden por allá cerca Doña Isabelita y el fidelísimo Fausto, que se lo arreglarán, sin duda, con celeridad y eficacia celestial...
1 comentario
Luis Antonio -
Pinchamos, y no hubo manera de vajar la llanta de repuesto. Alli, Monseñor quiso ejercer de ingeniero y ni por esas.
¡Siempre pensando en los demás!