Muchas gracias, Monseñor Gonzalo
Su encuentro conmigo ha sido estupendo. Lo calificaría como un encuentro de amigos. Se lo agradezco infinito, porque, como persona y como sacerdote, lo necesitaba.
La tristeza, por mi trágica salida de lo que fue para mí un hogar durante la parte mejor de mi vida, ya estaba casi superada. Pero necesitaba este encuentro para superarla del todo. Gracias, por darme esa oportunidad.
Ha sido un honor para mí que, desde su saludo, haya querido compartir, sin suspicacias ni restricciones, el cariño hacia los sololatecos. Y también que haya querido mostrarme su solicitud de pastor hacia ellos, sin recorte alguno, como si nos conociéramos de toda la vida.
Cuente, por ello, con mi sincera amistad para cuanto necesite. Y gracias por su reiterada invitación a visitarlos en Sololá. Le repito que con la mente y el corazón me es muy fácil. Con el avión, me costará algo más, pero habrá alguna ocasión propicia para devolverle la visita, no lo dude. Pero, temo un poco -¡qué se le va a hacer!- a la emoción del reencuentro con tantos amigos...entrañables, admirables, inolvidables... ¡A ver qué pasa! Mientras, le reitero mi agradecimiento emocionado y desbordante.
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+Gonzalo -
MILO -