Retomar la Sagrada Escritura
Con la luz de la Pascua los seguidores de Cristo se convirtieron en Apóstoles: difusores de esperanza en un mundo oscuro y ciego. Anunciaban y testificaban que la resurrección del que había muerto en una cruz ignominiosa, había sido querida y anunciada por Dios. Y, por defender esta verdad de la que eran testigos, afrontaron sin miedo la muerte. No lo hicieron por ceguera o cerrazón de mente, sino por comprobar que sólo de Dios podía venir que se cumpliera inexorablemente “todo lo escrito en la ley de Moisés y en los Profetas y salmos a cerca de Cristo”.
¿No se nos habrá disipado a nosotros la fe por olvidar las respuestas profundas de la Sagrada Escritura y enfrascarnos en opiniones humanas superficiales y vanas? ¿No habrá llegado el momento de retomar la lectura del evangelio y demás libros de la Biblia para que se avive esa fe empobrecida y, por ello poco consecuente y frágil?
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