La Carta apostólica del Papa Francisco Sacrae Scripturae affectus
La Carta apostólica del Papa Francisco “Sacrae Scripturae affectus” (Amor a la Sagrada Escritura) tiene el siguiente contenido:
Una introducción en la que presenta a San Jerónimo, como una de las más grandes figuras de la Iglesia Primitiva, al ser un conocedor cualificado y un intérprete y maestro esclarecido de la Sagrada Escritura.
A la introducción sigue en la Carta del Papa la explicación de cómo llegó San Jerónimo a conocer tan profundamente la Escritura Santa y cómo se las ingenió para enseñarla en un tiempo en que ya no se hablaban las lenguas en que fue escrita. Y lo consiguió, dice el Papa, recorriendo el Oriente y el Occidente Cristiano, desde Tierra Santa a Roma, aprendiendo griego y hebreo, que son las lenguas en las que se escribió la Biblia, y traduciéndola al latín, que era la lengua que hablaba el pueblo en ese tiempo.
También, añade el Papa Francisco, San Jerónimo profundizó en la Escritura retirándose largos tiempos a la soledad del desierto para orar, estudiar y dominar con la penitencia sus pasiones y así tener sabiduría y fuerza para cumplir lo que había llegado a comprender de la Biblia.
La última parte de su vida, escribe el Papa, San Jerónimo se fue a vivir a Belén, dedicándose por completo al estudio de la Escritura en la misma tierra donde ocurrieron los acontecimientos narrados en ella y comprometiéndose en la monumental obra de traducción de todo el Antiguo Testamento a partir del original hebreo y escribiendo subsidios para el estudio de toda la biblia.
El Papa termina su carta invitando a todos y particularmente a los jóvenes, a imitar a San Jerónimo en su serenidad, su amor al silencio y a la reflexión, para poder así penetrar los hondos contenidos de la Biblia y apasionarse por ella y llegar a la intimidad con Dios, que se hizo uno de nosotros en su Hijo Jesucristo. Y a no olvidar nunca lo que dejó escrito San Jerónimo: “Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo”. Y cumplir gustosos este consejo suyo: “Lee muy a menudo las divinas Escrituras y que nunca el texto sagrado se te caiga de las manos”.
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