¡Por fin me arreglaron la calefacción en la casa parroquial!
He logrado subsistir, gracias a que los siete días que estuve con la calefacción estropeada fueron bastante benignos. Pero, gracias a Dios, hoy me la arreglaron.
Es difícil trabajar con los pies fríos y cargado de ropa, o pegado a una estufita eléctrica. Pero me he sentido solidario con tantos hogares que no pueden disponer de calefacción.
Ahora toca restringir el consumo lo más posible y esperar que llegue la primavera, que ya falta menos.
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