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Psicología y formación sacerdotal (II)

Psicología y formación sacerdotal  (II)

Ante la tarea nada fácil de formar sacerdotes y discernir su idoneidad para el ministerio, la Congregación para la Educación católica publica unas "Orientaciones para el uso de las competencias de la psicología en la admisión y formación de los candidatos al sacerdocio"  que considero muy útiles y esclarecedoras para no estancarse frente a los problemas que surgen en el proceso formativo, y saber a qué atenerse.

"Los formadores -dice el nº 12- deben asegurar una atmósfera de confianza, de tal manera que el candidato pueda abrirse y participar con convicción en la obra de discernimiento y de acompañamiento, ofreciendo su colaboración, convencida y cordial." Esta es -pienso yo- la clave. Sin este clima -fruto, sin duda de mucha exigencia y mucha dedicación por parte de todos ( y con menos disculpas pseudopastorales)- de nada sirve la ayuda de los psicólogos. Y, sin embargo, si se logra este buen clima, el recurso a los psicólogos podría ser útil, pero para ayudar, no para castigar, o para sentirse disculpados de la obligación de formar y de tener que tomar decisiones de las que se debe uno responsabilizar. Más claro no lo puede decir el documento: "se debe evitar la impresión de que esta sugerencia (sic) -de realizar una consulta psicológica- pueda significar el preludio de una inevitable expulsión del Seminario". (nº 12) Y más adelante se dice también: "En el caso que el candidato, ante una petición formulada por parte de los formadores, rechazase acceder a una consulta psicológica, ellos no forzarán de ningún modo su voluntad y procederán prudentemente en la obra de discernimiento con los conocimientos que dispongan, teniendo en cuenta el citado canon 1052."

Es decir, que mandar al psicólogo, no libera a los formadores de su responsabilidad. Ellos son los responsables y no se pueden escudar diciendo: "El psicólogo ha dicho o ha dejado de decir". Más bien tendrían que declarar: " Bajo mi responsabilidad yo determino ésto, por esta y por esta razón ( haciendo suyas, si el candidato ha autorizado a usarlas, las indicaciones del psicólogo), que estoy dispuesto a firmar por escrito, para que pueda siempre ser tenida en cuenta, a mi favor o en mi contra".

Aún se añaden otros detalles importantes para que quede bien claro que son los formadores los únicos responsables y que el psicólogo no determina quien es o no apto: "El candidato podrá ser invitado a dar libremente su propio consentimiento por escrito para que el psicólogo, obligado al secreto profesional, pueda comunicar los resultados de la consulta a los formadores, indicados por el mismo candidato" (nº 13) Y "A fin de proteger, en el presente y en el futuro, la intimidad y la buena fama del candidato se preste particular atención a que el parecer profesional, expresado por el psicólogo sea accesible exclusivamente a los respondsables de la formación, con la precisa y vinculante prohibición de hacer uso ajeno a aquel que es propio del discernimiento vocacional y de la formación del candidato" (nº 13). Y aún se añade: "El psicólogo, sólo con el previo consentimiento escrito del candidato, les dará su aportación (a los formadores) para comprender el tipo de personalidad y la problemática que el candidato está afrontando o deberá afrontar" (nº 15)

En definitiva, que hay que tomarse muy, pero que muy en serio la tarea de formador, y no esperar que de fuera (del psicólogo) vaya a venir el conocimiento de la persona que no se consigue con una convivencia continuada, con una relación basada en la fe y en la caridad exigente, y con un desvivirse para que los otros adquieran , como dice el documento la capacidad para "una donación de sí verdaderamente libre en la relación con los fieles, según una vida celibataria" (nº 2).

Yo resumiría por ello el documento, diciendo que pide un algo de psicología en los seminarios, pero un mucho de dirección espiritual, de clima sereno de oración y vida de gracia, de estudio concienzudo, de convivencia abierta y leal, y de presencia desvivida de unos formadores que, por el seminario estén dispuestos a dejar cualquier otra pastoral aparentemente más necesaria. Y no se puede dedicar a cualquiera a esta tarea: "Todo formador -dice el nº 4- ha de estar preparado, incluso mediante cursos específicos adecuados, para una profunda comprensión de la persona humana y de las exigencia de su formación al ministerio ordenado". Bueno sería tener esto en cuanta, sobre todo cuando se va disponiendo de un número mayor de sacerdotes.

4 comentarios

Tito Muralles -

Pienso que ante la tentación que se ha colado poco a poco dentro de la Iglesia, donde se pretende dejar todo a la psicología y olvidarse que lo que está sobre todo es la GRACIA de Dios, claro que sin olvidarnos de la parte humana, la cual es esencial para el desarrollo humano, pues no somos sólo espíritu, llega en buen momento dicho comentario. En lo personal, no creo que un test psicológico pueda definir al 100% la personalidad de un ser humano, lo único que arrojará serán indicios, los cuales dependen de la corriente psicológica que maneje el terapeuta. Confío más en el trato personal y prolongado, con un análisis psicológico a largo plazo, pues ni uno mismo logra conocerse durante toda su vida.
Ánimo y sigamos adelante

mario Urizar -

aunquele tengo miedo a la psicologia. es muy buena estrategia para conocernos mas. hay muchas cosas que uno no se las puede contar a nadie pero en ena hoja de papel es mas facil abrirse y cointar todo.

formador de seminario -

He seguido con interés este documento y su comentario me resulta interesante. Gracias.

Milo -

LA IGLESIA NO SE EQUIVOCA AL RECOMENDAR EL APOYO PSICOLOGICO CUANDO SEA NECESARIO. LA VOCACION ES IMPRESCINDIBLEMENTE EN PRIMER LUGAR UN LLAMADO DE DIOS. Y... A BUENOS FORMADORES = BUENOS SACERDOTES ESTA AVENTURA SIEMPRE VA MAS HAYA, MUY BUEN ARTICULO, MUY BUEN RECORDATORIO.