Una invitación que agradezco
La del diácono Ernesto para su próxima ordenación sacerdotal, que hoy me hizo por teléfono, en emotiva conversación. Estar en esa ordenación me haría muy feliz. Sé que, tanto él como quienes me aprecian, también se alegrarían. Pero no me siento con fuerzas para estar físicamente en ese lugar donde he dejado parte de mi vida, con la consiguiente debilitación de mi personalidad. Tal vez recupere las fuerzas, tal vez surjan motivos que me obliguen sin posible escapatoria, pero, por ahora, con dolor, me contento con unirme de todo corazón a la alegría de los que se van ordenando, tanto en Guatemala como en El Salvador, a quienes considero mis amigos mejores y más queridos. Dios me los guarde y los haga muy felices. Tan felices como yo me siento estando junto a ellos de corazón, de oración, y de afecto, aunque físicamente nos separe el Océano inmenso.
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