La semana de Pascua
Está transcurriendo tranquila y serena.
Había planeado hacer en ella el retiro anual, pero estaba llena la casa donde me había apuntado.
La vivo, por ello, en la parroquia, con tranquilidad y calma.
Medito el misterio consolador de la victoria del resucitado, que da sentido a una existencia sacrificada y luchadora. Porque triunfará el bien y no el mal, la verdad y no la mentira, la justicia y no la corrupción.
Por todo ello, felices días de la octava de Pascua, que culminará en el Domingo de la Divina Misericordia.
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