El aceite de la fe
El bienestar, que seguimos disfrutando a pesar de la crisis que padecemos, adormila las conciencias y deja al mundo en tinieblas. Urge despertar y permanecer en vela, bien abastecidos con el aceite de la fe, como las doncellas sensatas de la parábola, para que no se apaguen nuestras lámparas y podamos caminar seguros, como acaba de recordarnos el Papa en su convocatoria del Año de la fe:
“Lo que el mundo necesita hoy de manera especial es el testimonio creíble de los que, iluminados en la mente y el corazón por la Palabra del Señor, son capaces de abrir el corazón y la mente de muchos al deseo de Dios y de la vida verdadera, ésa que no tiene fin. Que este Año de la fe haga cada vez más fuerte la relación con Cristo, el Señor, pues sólo en él tenemos la certeza para mirar al futuro y la garantía de un amor auténtico y duradero”.
¡Pongámonos a ello, que el tiempo apremia!
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