Un Viernes Santo de conmoción
Comenzamos en la parroquia la mañana del Viernes Santo con el rezo de Laudes ante el Santísimo reservado en un sobrio y rico Monumento que preparamos en una capilla lateral y que este año se enriqueció con dos preciosas tallas de unos ángeles barrocos en actitud adorante. Rezamos laudes con devoción y meditamos un tiempo ante el Santísimo, un pequeño pero fervoroso grupo de fieles. Recordé mis años de Sololá cuando nos acompañaban en estos rezos Francisco, Amparito y un pequeño grupo de fieles.
Al medio día recorrimos los campos de Villamediana en un impresionante Viacrucis que tuvo algunas novedades con relación al de otros años: llevamos la imagen de Cristo cargado con la cruz en vez de el Crucifijo. Lo llevoron nuestros esforzados "portadores" que dieron una vez más ejemplo de entereza, fortaleza y nobleza. También las cruces de cada estación, llevadas por niños y jóvenes, se veían más porque las ampliamos y pintamos. Iban pasando delante cuando se terminaba la correspondiente estación y daban piedad al desfile procesional.
En la tarde la celebración liturgica fue muy participada y vivida con intensidad y devoción. Especialmente emotiva la adoración de la cruz.
Y la culminación del día fue la gran procesión del Santo Entierro que no tengo calificativos para ponderar su magnífico desarrollo. La salida de la Dolorosa en su anda remozada y bajo palio hizo saltar las lágrimas a más de uno. La banda estubo magnífica, acompasada, en su puesto, dando prestancia y ritmo a la procesión. El Sepulcro lució también sus nuevos faroles y sus terciopelos. Y el silencio y los cantos de los fieles resonaron en la noche de Villamediana conmoviéndonos el corazón. Y la entrada a golpe de tambores en la Iglesia casi nos rompe el corazón de emoción e intensidad religiosa. Felicito a todos los que han hecho posible esta gran celebración y espero sigamos celebrando con gozo la Pascua.
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