Profundo, luminoso y superador de esterotipos
Así me parece el increible libro sobre Jesucristo que nos ha regalado Benedicto XVI.
Los hallazgos exegéticos, la erudición, el conocimiento minucioso de la teología última se ponen al servicio de quien no guste de superficialidades y le encanten las profundidades en las que se halla la verdad. Benedicto XVI profundiza en el misterio de la persona de Jesucristo, en su divinidad y en su humanidad, partiendo de los evangelios y sirviéndose de los últimos avances de la ciencia. Y presenta un Cristo vivo y grandioso, al mismo tiempo que cercano y real. Un Cristo que sobrecoge y entusiasma, porque ayuda a vivir en plenitud sin contentarse con mediocridades, tendiendo hacia la trascendencia, hacia el bien, hacia la verdad.
El capítulo de las bienaventuranzas es impresionante por su precisión, por sus sugerencias, por su estímulo a asimilar ese modo de vida que es el propio de Cristo y el de los mejores de entre sus seguidores: los santos. Y el capítulo dedicado a la oración de Jesús ayuda a entender lo que es el rezar y lo fácil que Jesús nos lo ha puesto.
Leer este libro es un ejercicio precioso y esforzado de formación y de estudio. Hay que leerlo despacio pero disfrutando en el avanzar seguro y rectilineo del autor. De su mano se camina gozoso, como llevado por un raudo corredor, que pisa firme, que no da traspies, que nos conduce seguros a la meta.
Es un libro sugerente, esclarecedor. Que anima a estudiar a Cristo y a valorarlo. Pero nos presenta a un Cristo exigente y divino ante el que no se puede permanecer indiferente. Hacer este ejercicio de profundización compromete. Pero satisface y estimula. Leer este libro es un maravilloso ejercicio de libertad porque es un profundo y satisfactorio sumergirse en la verdad, muy atractivamente presentada. Merece la pena dedicar unas semanas a leerlo, releerlo y meditarlo.
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