Simpática anécdota sobre predicación
Hoy me ayudó a misa uno de mis monaguillos. Acude con su mamá que lleva en el carrito a su hermanito pequeño. Al finalizar la misa me comentaba la mamá que al pequeño le gusta oirme hablar en la misa, porque "en cuanto se callaba usted el niño se ponía a llorar y cuando volvía a hablar se calmaba".
Es un consuelo para mí saber que al menos uno de los más pequeños de mis fleligreses me escucha con agrado.
2 comentarios
Angel Mª Pascual -
Juan Turuy Pajoc -