¿A quien esperamos en la Navidad?
No nos viene en la Navidad, un político que arreglará la crisis económica, la administración, la sanidad o el transporte aéreo. Tampoco esperemos un técnico, un experto, un buen comunicador.
Nos viene alguien lleno del espíritu de Dios. Alguien que conoce la verdad profunda del ser humano; que hace el bien y sabe como promoverlo; viene alguien lleno de un auténtico temor de Dios que respeta, por ello, a los hombres.
El que nacerá en Navidad, anunciaba el profeta: no juzgará por apariencias, ni sentenciará de oídas; defenderá con justicia al desamparado, con equidad dará sentencia al pobre. Herirá al violento con el látigo de su boca, con el soplo de sus labios matará al impío. Será la justicia ceñidor de sus lomos; la fidelidad, ceñidor de su cintura.
La Navidad nos trae, pues, la Esperanza: el mundo va a cambiar si cambian los corazones, siguiendo a ese Niño que es tan distinto a los líderes que nos gobiernan, que nos legislan y que no nos estimulan al bien.
Miren con qué gracia mostraba, el entonces seminarista Emilio y ahora sacerdote, la tierna imagen del Niño-Dios hace tres años.
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MILO -