Fundamento teológico de la vida en común de los sacerdotes
Así lo formuló el Papa Benedicto XVI este pasado 12 de febrero: Es necesario conocer estas razones, meditarlas y tratar de vivir en consecuencia. Así podría salir adelante la, hasta ahora muy dificultosa y casi imposible, vida en común de los sacerdotes diocesanos. Dice así textualmente el Papa:
La vida en común de los sacerdotes es expresión del don de Cristo que es la Iglesia, y está prefigurada en la comunidad apostólica, que dio lugar a los presbíteros. De hecho, ningún sacerdote administra algo que le es propio, sino que participa con los demás hermanos en un don sacramental que vien directamente de Jesús.
Por eso, la vida común expresa una ayuda que Cristo da a nuestra existencia, llamándonos, a través de la presencia de los hermanos, a una configuración cada vez más profunda a su persona. Vivir con otros significa aceptar la necesidad de la propia continua conversión y sobre todo descubrir la belleza de ese camino, la alegría de la humildad, de la penitencia, pero también de la conversación, del perdón recíproco, del mutuo apoyo. "Ecce quam bonum et quam iucundum habitare fratres in unum" (Sal 133,1).
Nadie puede asumir la fuerza regeneradora de la vida común sin la oración, sin mirar a la experiencia y a las enseñanzas de los santos, en particular de los Padres de la Iglesia, sin una vida sacramental vivida con fidelidad. Si no se entra en diálogo eterno que el Hijo mantiene con el Padre en el Espíritu Santo no es posible ninguna vida en común auténtica. Hay que estar con Jesús para poder estar con los demás. Este es el corazón de la misión. En la compañía de Cristo y de los hermanos cada sacerdote puede encontrar las energías necesarias para hacerse cargo de los hombres, para hacerse cargo de las necesidades espirituales y materiales que encuentra, para enseñar con palabras siempre nuevas, dictadas por el amor, las verdades eternas de la fe de las que tienen sed también nuestros contemporáneos.
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