La Misa Dominical
La crisis, el paro, las dificultades, agobian y encojen el ánimo, escuchar la Palabra de Dios ensancha el corazón. Porque es una palabra firme, segura, que nunca falla y de la que uno se puede fiar.
En este domingo la escuchamos en forma de profecía: “Preparará el Señor de los ejércitos para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos.”
Y los creyentes tenemos la certeza de que esta profecía la cumple Jesucristo reuniendo en su Iglesia a gente de todos los pueblos en el banquete de la Eucaristía, fruto de su entrega y prenda de salvación, como canta el pueblo cristiano: “Oh sagrado banquete, en que Cristo es nuestra comida, se celebra el memorial de su pasión; el alma se llena de gracia, y se nos da la prenda de la gloria futura”.
Por eso, participar en la Eucaristía a diario, o al menos cada domingo, es buen antídoto contra la depresión y la tristeza, que agobian con demasiada frecuencia los corazones materializados y endurecidos de los hombres y mujeres de hoy.
(Campanas de San Miguel de Alfaro, La Rioja)
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