Amar a Dios y al prójimo nos hace libres
En un mundo oscurecido por la ambición y el poder, se necesita la luz de Cristo. Y nosotros, los creyentes estamos llamados a difundirla con el ejemplo, y la palabra. Una luz que libera, pues “en la medida en que el hombre hace más el bien, se va haciendo también más libre. No hay verdadera libertad sino en el servicio del bien y de la justicia. La elección de la desobediencia y el mal es un abuso de la libertad y conduce a la esclavitud del pecado” (Catecismo de la Iglesia Católica).
La adoración del Dios único nos libera del repliegue sobre nosotros mismo y el amor al prójimo nos ensancha el corazón. Amar a Dios y al prójimo es, como enseña Jesús en el evangelio de este domingo, camino de libertad: arduo, pero hermoso; duro, pero atrayente. Merece la pena seguirlo y llenarlo de indicadores amables para que se transite fácil por el ¿Lo intentamos?
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