Vivir sin pecado no fue aburrido para la Inmaculada

Con esta consideración del Papa he animado a mi numerosa feligresía a festejar a la Virgen con gozo interior y alegría externa. El primero no es fácil de medir, pero el segundo ha sido abundante.

Tras una misa intensa y emotiva hemos salido en procesión ruidosa, con tambores, bombos y trompetas hasta la ermita, con el estandarte de la Inmaculada. Y tras la procesión hemos celebrado a la Virgen con un chocolate caliente que ha hecho las delicias de niños, jóvenes y mayores, que eramos muchos.

Y es que festejar a la Virgen siempre es atrayente y bonito, no en vano es nuestra madre y nuestro modelo.