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Recuerdos de Monseñor Eduardo Fuentes, en su 17º aniversario

Recuerdos de Monseñor Eduardo Fuentes, en su 17º aniversario

Para recordar la amable persona de Mons. Eduardo y encomendar su eterno descanso en el 17 aniversario de su fallecimiento, copio en el blog cómo quedaron plasmados, en la Memoria académica del Seminario de Sololá del año 1997, la vigilia y el entierro de Monseñor Eduardo Fuentes:

El 22 de julio de 1997, día triste como el que más, pero al mismo tiempo muy consolador y esperanzado, recibimos en el Seminario Diocesano de Sololá los restos mortales de nuestro querido Obispo Monseñor Eduardo Fuentes.

Los recuerdos y la pena se agolparon en nuestros corazones y la tristeza de no poder gozar ya de sus consejos, de su simpatía, de su fortaleza, de su apoyo, nos dejaron bien lastimados. Pero en esos días fueron tantas las gracias recibidas por quienes tuvimos la suerte de vivirlos, que la tristeza inicial se fue cambiando en una serena y firme alegría, que ha sido impulso y fuerza que nos ha permitido culminar el año con una gran paz.

Nuestra capilla fue escenario de un constante desfilar de miles de personas de toda condición, representativas de la variedad denuestra diócesis. Numerosísimos los sacerdotes ¡Tantos buenos amigos, tantos antiguos alumnos, que mucho nos consolaron! Numerosos obispos y el Encargado de Negocios de la Santa Sede en Guatemala, Mons.Paul Nyaga, que sustituía al Nuncio Morandini, en espera del nuevo nuncio, ya nombrado. La celebración continua de la Santa Misa era verdaderamente impactante. El clima de silencio,oración y llanto contenido, verdaderamente conmovedor.

Tras una noche en vela, que no se interrumpió en ningún momento, tuvimos el entierro, que fue ciertamente impresionante. Las calles y el gimnasiode Sololá se quedaron pequeños para recibir a tanta gente. La ceremonia, con todo el rigor y simbolismo de la liturgia, nos dejó bien consolados. Cuando, por fin, depositamos el cuerpo de Monseñor Eduardo en la Catedral y le cantamos el himno del Seminario, tuvimos la certeza de haber perdido un padre en la tierra, pero haber ganado un intercesor en el cielo.

En la foto aparezco con Mons. Eduardo al poco tiempo de llegar yo a Guatemala.

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