Visitando a unos seminaristas en su seminario
Hoy visité a los seminaristas mayores de la diócesis portorriqueña de Arecibo, que estudian y residen durante el curso en Pamplona. Me ha encantado el seminario y he gozado con la alegría y entusiasmo de seminaristas y formadores.
Con ese motivo he recordado, en mi vuelta a la parroquia, mis años de formador y he pedido para que la siembra de aquellos años siga fructificando y no se malogre.
Además de mi aportación sacerdotal y la de otros muchos, aquella sementera ha sido regada y abonada con el sacrificio y la vida entregada de Monseñor Eduardo y de dos sacerdotes alumnos que Dios se llevó muy jóvenes a su presencia: el P. Fermín y el P. Lee. Y, cuenta con el cuidado materno de Nuestra Señora del Camino.
A ella le pedí hoy con especial intensidad: ¡Virgen del Camino, Madre celestial, oye nuestros ruegos desde Sololá; Virgen del Camino, Madre celestial, prende al mundo fuego desde Sololá! ¡Ojalá me escuche!
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