Crónica de la beatificació ¡Impresionante!
Escribo en general porque el tiempo que tengo es corto. Ayer a las 10:00 de la mañana pude asistir a la beatificación de Juan Pablo II. El día anterior pude ver por las calles de Roma miles de peregrinos, especialmente jóvenes, que con grandes mochilas a la espalda, llenaban las calles. Por la noche del sábado hubo una espectacular vigilia en el "Circo Massimo", un enorme campo en el que estábamos unas doscientas mil personas. Regresé a la casa hacia la media noche encontrando cientos de jóvenes durmiendo en las calles al rededor del Vaticano, esperando ser los primeros para entrar a la plaza el día siguiente. Todas las calles y los barrios vecinos a san Pedro estaban cerrados.
El domingo desde las 8 de la mañana me fui a la basílica. Los sacerdotes que debíamos distribuir la comunión pudimos entrar por una puerta ubicada en la parte de atrás de la muralla, muy cerca de la casa en donde vivo. Entramos sin problemas por el gran ábside para encontrarnos con el inmenso espacio de la grandiosa basílica y unas pocas personas que terminaban los preparativos. La primera emoción fue encontrarnos de frente con el cuerpo del beato Juan Pablo II. Rezamos, me llevé la mano a la bolsa de la sotana y pensé en todos los nombres que había escrito.
La segunda gran emoción fue salir ordenadamente formados hacia el atrio de la basílica. Del silencio impresionante del interior, nos encontramos de repente con la muchedumbre que llenaba hasta donde nuestra vista podía alcanzar. Banderas, pancartas, "porras", etc. No me pudo tocar mejor lugar. Desde mi puesto podía ver fácilmente la sede del papa, el altar, "los dos ambones". De fondo la gran fachada de san Pedro. Detrás, el pasillo por donde iban ingresando las delegaciones extranjeras, cada cual luciendo infinidad de condecoraciones.
A las diez en punto el santo Padre se dirigió al altar y comenzó la santa Misa. El rito de la beatificación fue muy emocionante. Al ver descubrirse la imagen del beato Juan Pablo II nuevamente pensé en mi lista con los nombres de todos ustedes y me volví a emocionar muchísimo. Vi pasar la reliquia con la ampolla de sangre justo a mi lado. Era acompañada por la monja que milagrosamente había sido curada. Después: las lecturas, la emotiva homilía del santo padre y la llamativa piedad con la que la multitud participó en la celebración. Fue hermoso ver como todos los de la plaza se ponían de rodillas al momento de la consagración, a pesar de no caber un alfiler.
El momento de la comunión era el nuestro. Tuve la surte de dar la comunión en el "sagrato" justo donde estaba el Santo Padre y las autoridades. Al lado tenía a los príncipes de Asturias y Luxemburgo, a los reyes de Bélgica. Al Capo di Stato Italiano Giorgio Napoletano y a Berlusconi, etc. Lo que más me emocionó fue pasar muy cerca del Papa. Levanté la vista y descubrí que el Papa me miraba fijamente y miraba el copón que llevaba en las manos. Un segundo que espero no olvidar jamás (me contaron que cnn pasó un video en donde me enfocan justo en este momento, pero no tengo el link).
Al terminar la comunión nos dirigimos a la grandiosa capilla del santísimo diseñada por Bernini. Allí dejamos al Señor en la reserva del tabernáculo y los "sanpietrini" nos invitaron "amablemente" a salir. Nuevamente pasé delante del cuerpo del Beato Juan Pablo II. Esta vez estaba todo iluminado y varios guardias suizos hacían la guardia. De rodillas nuevamente pensé en todos ustedes.
Al final no pudimos salir de nuevo a la plaza, pero esto fue providencial pues evitamos una multitud que desde varios kilómetros de distancia intentaba llegar a la plaza. De hecho la fila para venerar las reliquias del beato ha sido ininterrumpida y no ha cesado. Desde ayer y durante toda la noche las puertas de la basílica han estado abiertas.
Hemos vivido en Roma días extraordinarios de gracia. He sentido en el corazón el privilegio de ser testigo de todo esto. También he querido hacerles presente de alguna manera lo que la distancia no ha podido permitir. Nuevamente les aseguro que sus nombres estuvieron presentes en la plaza de San Pedro. Yo también me encomiendo a sus oraciones y espero muy pronto saludarles personalmente. Un fuerte abrazo.
Gracias, P. Tulio, por tan preciosa crónica. Me ha permitido casi hacerme presente en el lugar ¡Qué dicha la tuya! ¡Que sigas disfrutando y aprovechando!¡Saludo también al P. Tomás que me ha enviado preciosas fotos también!
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P. Tulio -