En mi treinta y tres aniversario de Ordenación Sacerdotal
Renuevo hoy los deseos e ilusiones de aquel diez y siete de junio de mil novecientos setenta y ocho, en que fui ordenado sacerdote. Hoy, con mayor madurez y entusiasmo que entonces.
Estos treinta y tres años, que se cumplen hoy, han sido plenos de trabajo sacerdotal y realización personal, que no cambio por nada del mundo.
Años transcurridos en parroquias pequeñas (nueve años), en un Seminario (veinte años) y, de nuevo, en parroquia, esta vez, grande (los cuatro últimos). Pero años todos de servicio, de esfuerzo, de interés y dicha sacerdotal. Años en que las pequeñas cosas han sido valiosas porque las traté de hacer en favor de personas concretas y reales, que perduran porque se refieren al alma, a lo profundo, y tienen que ver con Dios.
Doy gracias por mis siete compañeros de ordenación de este día y por los otros cinco que se ordenaron en fechas distintas, con quienes compartí los felices años de seminario, en Logroño. Doy gracias por mi familia que me ayudó y ayuda para serguir realizando mi ministerio sacerdotal. Doy gracias por mis feligreses, con quienes he compartido penas y alegrías. Doy gracias por los seminaristas, a quienes acompañé en su formación sacerdotal y por los sacerdotes que llegaron al ministerio en mis inolvidables años de Sololá.
Un gran día, pues, de acción de gracias y de alegría. La foto es del Seminario de Logroño donde me formé y ordené Sacerdote.
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Fredy -
ALEJANDRO -