Mis magníficos ayudantes
Son Pablo y Carlos, mis dos monaguillos.
Los días de semana santa estuvieron fuera, pero hoy regresaron y me ayudaron con gran eficacia en la misa del segundo domingo de Pascua y de la Divina Misericordia.
Por cierto que terminando la predicación, fervorosa y algo efusiva, comencé a notar que los feligreses se movían y conmovían, y no precisamente por lo que yo estaba diciendo, sino porque una de las feligresas sufrió un desmayo. Tuve que interrumpir la celebración, se avisó a los médicos y, en diez minutos, ya la ambulancia se la había llevado al hospital. Esperemos que no sea nada, aunque la edad es ya avanzada, y pronto pueda estar de nuevo entre nosotros.
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Miguel Xicay -