Los discípulos de Emaús
El tercer domingo de la Pascua nos presenta uno de los más bellos relatos evangélicos del encuentro del Resucitado con sus aturdidos discípulos, para enseñarnos que también nosotros, quizá más aturdidos aún que ellos, podemos hoy encontrarnos con él, porque vive.
Pero, como los discípulos en el camino de Emaús, tenemos los ojos abiertos a la luz pero cerrados a la fe. Como ellos, necesitamos cuestionarnos, recapacitar sobre los motivos de nuestra tristeza y, sobre todo, escuchar la Palabra de Dios, que brota misteriosamente de labios del Resucitado en su Iglesia: “Comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura”.
1 comentario
Francisco y Amparito -