Primera encíclica del Papa Francisco
Es una suerte poder estar ya leyendo y meditando esta maravilla que nos ha regalado hoy el Papa Francisco, recogiendo la rica herencia de su predecesor Benedicto XVI.
He leído la hermosa introducción y el capítulo primero. Y entre todo lo que me ha conmovido y llamado la atención, están estas palabras, que me parecen decisivas. Las dice así el Papa:
"Nuestra cultura ha perdido la percepción de la presencia concreta de Dios, de su acción en el mundo. Pensamos que Dios sólo se encuentra más allá, en otro nivel de realidad, separado de nuestras relaciones concretas. Pero si así fuese, si Dios fuese incapaz e intervenir en el mundo, su amor no sería verdaderamente poderoso, verdaderamente real, y no sería entonces ni siquierea verdadero amor, capaz de cumplir esa felicidad que promete. En tal caso, creer o no creer en él sería totalmente indiferente. Los cristianos, en cambio, confiesan el amor concreto y eficaz de Dios, que obra verdaderamente en la historia y determina su destino final, amor que se deja encontrar, que se ha revelado en plenitud en la pasión, muerte y resurrección de Cristo" (nº 17).
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