Un fogonazo de luz en la oscura noche de las conciencias
Que ciega a quienes intentan apagarlo e ilumina a quienes van abriéndose con serenidad a esa luz.
Así he visto al martir Beato Oscar Romero en la amplia biografía, que compré hace dos años y que, con una larga interrupción de meses, hoy he culminado.
Aporta el autor de esta biografía, Santiago Mata, mucha documentación de los escritos de Romero en su etapa de sacerdote, de secretario de la Conferencia Episcopal salvadoreña y de obispo y Arzobispo. Y muchos datos de los acontecimientos sociales y políticos en que se vio envuelto el protagonista.
Acceder a esas fuentes y a esos datos resulta a veces pesado, pero compensa, porque en ellos se percibe la inquebrantable fidelidad de Romero a su conciencia, que busca aclarar con estudio, oración, asesoramiento, fidelidad al Magisterio eclesial, y amor incondicional a quie no puede defenderse. Y su fotaleza para actuar radicalmente como indica el evangelio aunque se tenga en contra a las ideologías, al poder o a la fuerza.
Hoy que contemporizamos tanto, que reflexionamos poco y nos acobardamos tan fácilmente necesitamos testimonios como el de Romero para poner luz en este mundo nuestro que irá a la ruina si no recibe esa luz que él encendió en su época y nosotros debemos continuar encendiendo en la nuestra.
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