Hoy, fiesta de San Martín

Hoy no pude celebrar litúrgicamente a San Martín por ser domingo, pero lo he tenido especialmente presente. Estuve en mi pueblo para festejarlo como patrón y lo puse como ejemplo de valentía en mi predicación dominical en mi parroquia.

Y es que San Martín es un gran santo: humilde, trabajador, misionero, rezador, simpático, valiente y fuerte. No sólo partió su capa con el pobre cuando era catecúmeno, también compartía su comida, su tiempo, sus cuidados con todos los que le fueron encomendados.

Es, en definitiva un modelo de pastor, celoso, emprendedor, incansable y muy paciente. En mi tierra riojana se le tiene gran devoción. Yo me encomiendo hoy a él y le pido me ayude también a ser un buen pastor que no desmerezca de su patronazgo.

Le encomiendo también a los seminaristas: a los escasos seminaristas riojanos y a los abundantes seminaristas amigos de otras latitudes. Con tu capa compartida, San Martín, tapa sus debilidades y empújales hacia la entrega. Hazlos intrépidos, valientes, incansables y alegres. Si puedes, ayúdales a ser simpáticos, con buena cara, con la sonrisa fácil. Hazlos también muy pacientes y abnegados. Que se parezcan a tí, que para esos eres un gran tipo, un gran santo, tanto a pie como a caballo.

Y, por favor, San Martín, ayuda a nuestros obispos a formar y a confiar en los vocacionados. Que los fallos de la gente no se arreglan con desconfianzas, sino con apoyos, con ayudas eficaces, con acompañamiento cercano, con directrices precisas, con correcciones afectuosas...

Mira a ver, Santo bendito, si en estos albores del siglo XXI somos capaces de hacer lo que hiciste tú muy al comienzo de la cristiandad. Ayúdanos a llevar la fe a los últimos rincones de este descreido y ramplón mundo nuestro. Bájate de tu caballo y déjanos subir a nosotros para caminar a buen paso, con firmeza, pero sin acelerarnos.