Ante la fiesta de la "Divina Misericordia"
La clebraremos gozosamente el domingo próximo, uno de mayo.
“Dad gracias al Señor porque es eterna su misericordia”. Los cristianos cantamos este salmo, especialmente en el domingo próxmimo, segundo de Pascua, en el que Jesús Resucitado pide al incrédulo Tomás que toque las llagas que han dejado los clavos y la lanza en su cuerpo glorioso. Esas marcas aseguran que la misericordia de quien las lleva, el Señor Resucitado, no tiene límites. Porque sólo quien es capaz de sufrir hasta ese extremo es capaz de querer y de perdonar siempre. Por eso podemos cantar jubilosos, ante nuestro Dios llagado por amor: “Dad gracias al señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia”.
Con qué fuerza vivió y predicó esta verdad el que será declarado Beato,en esta fiesta, el uno de mayo, Juan Pablo II. “Ha llegado la hora –decía- en la que el mensaje de la Divina Misericordia debe llenar los corazones de esperanza y convertirse en chispa de una nueva civilización: la civilización del amor. Es preciso transmitir al mundo este fuego de la Misericordia. En la Misericordia de Dios el mundo encontrará la paz y el hombre la felicidad”.
Y ese uno de mayo, celebraremos y recordaremos que tan querido Papa se nos fue al cielo en esta fiesta de la Divina Misericordia hace seis años. Y en la misma fiesta proclamará la Iglesia que está junto a Dios en la Gloria, gozando de esa Divina Misericordia.
¡Felicidades a todos los amigos y devotos de Juan Pablo II!
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