Seminaristas y año sacerdotal
Me escriben desde Sololá algunos amigos seminaristas, felices por iniciar este año sacerdotal, regresando, tras las breves vacaciones de medio año, al Seminario.
Desde mi descanso zarogozano les deseo un feliz retorno a las tareas formativas institucionales.
Un espíritu nuevo puede estimularles hoy, pues cuentan con la oración de la Iglesia entera que, al pedir por los sacerdotes, ruega también por quienes se preparan a serlo.
Y, además, les estimulará, sin duda, a un compromiso gozoso para retomar las tareas con entusiasmo, sin quejas, con magnanimidad, con alegría. Precisamente porque cuesta, porque añorarán el descanso, la familia y los amigos... Pero van tras algo más valioso, más grande y más estinulante que todo lo que hayan podido dejar... Algo tan hermoso que ni les cabe en el pensar y en el querer, pero que ojalá intenten asimilar con ganas a lo largo de este año de gracia.
Cuenten con mi recuerdo, mi afecto y mi oración sacerdotal diaria, especialmente en este año sacerdotal.
Feliz, regreso al Seminario, amigos, en el Año Sacerdotal.
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