Ya leí el libro sobre Rosmini
Y he quedado sorprendido y encantado. Por la grandeza del personaje, por las incomprensiones que sufrió, por las complicaciones de su época, por su categoría, por sus aportaciones filosóficas.
Rosmini se enfrentó al pensamiento cansino y derrotista de su época, refugiado en la mediocridad y sin ánimo de avanzar hacia terrenos difíciles, pero asequibles y necesarios. Y él lo hizo. Con mesura, discernimiento y sin dedicarse en exclusiva a ello, pues nunca abandonó sus tareas sacerdotales y de fundador de una congregación religiosa. Abrió derroteros nuevos al pensar, conjugando subjetividad y realismo, en un equilibrio que impresiona por sus matizaciones y por la riqueza de posibilidades que abre al conocimiento de la verdad
El momento político que le tocó vivir en su patria es de una complicación inimaginable. Él intentó aportar sensatez y calma y se vio envuelto en los despropósitos de quienes no buscan el bien sino el aprovecharse de la ocasión.
La Iglesia ha reconocido, tras largos tiempos de sospechas y dudas, la santidad de su vida y lo ha elevado a los altares. Lo tiene bien merecido.
El libro lleva por título El Manto de púrpura. Vida de Antonio Rosmini. Tiene 540 páginas, sin desperdicio. Copio un párrafo de la página 285: En el negocio filosófico hay más riqueza que la verdad que se descubre, y es el estudio y el trabajo que se realiza para descubrirla: las cuestiones fundamentales que se plantean, las meditaciones que tienden a resolverlas, incluso los errores que se cometen, le procuran a la filosofía un progreso y una ganancia, y contribuyen a enriquecerla.
Ojalá mis amigos que estudian filosofía leyeran estos párrafos y sus profesores les hablaran de este extraordinario pensador.
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