En el quince aniversario de Mons. Eduardo Fuentes
En la víspera del quince aniversario del sentido fallecimiento del Obispo Eduardo Fuentes de Sololá-Chimaltenango, en Gautemala, doy gracias a Dios por su vida, su entrega y su testimonio alegre y esperanzado. Que Dios le haya premiado sus desvelos y desde el cielo nos ayude y nos cuide.
Mis sentimientos, hace quince años, eran, como puse por escrito en el Semetabaj, periódico interno del Seminario de Sololá, los siguientes:
DUELO Y ESPERANZA. Son los sentimientos que nos llenan, tras la muerte de nuestro Pastor y Obispo Eduardo.
Dolor por no poder escucharle, por no contar con sus indicaciones, por no tenerle ya a nuestro lado, sereno, sonriente y siempre dialogante... Y esperanza. Porque Dios ha de tenerlo en su gloria; porque desde el cielo podrá ayudarnos mejor, sabiendo que el Seminario sigue ocupando un lugar importante en sus intenciones...
Mis sentimientos, en estos años, han sufrido alteraciones y cambios con respecto a situaciones, personas y expectativas de entonces, pero no han cambiado en lo que siento por Monseñor Eduardo. Lo sigo echando en falta y, al mismo tiempo, lo noto cercano, optimista, padre y amigo, alegre y cercano como siempre, porque desde Dios se le ha hecho posible.
Por eso celebro este aniversario, superado ya el duelo, con alegría. Y con una esperanza bien cumplida, al escuchar y leer los frutos que ha dado el querido Seminario de Sololá, al que tanto quiso y por el que tanto rezó, Monseñor Eduardo Fuentes.
Por ello: ¡Feliz aniversario, Monseñor Eduardo Fuentes, entrañable y añorado amigo "Guayo"!
En la foto aparezco con Mons. Eduardo en un viaje hsta el Pacífico, en El Salvador, me parece que era el año 1990.
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