"Algo se muere en el alma cuando un amigo se va..."
Y se nos fue nuestro amigo, el seminarista sololateco, Matías Ujpan, en la mañana del sábado santo, horas antes de celebrar la Resurrección de Jesucristo. Espero participe de ella y podamos verlo en el cielo.
Nos deja esa sonrisa abierta y algo picaresca que le acompañaba siempre... y sus palabras, rápidas y entrecortadas, pero directas y amistosas... Y su deseo de aprender, y su buena manera de hacer y de trabajar, y su amistad, y su cercanía...
Lo recuerdo en sus años de seminarista menor cuando nos visitaba en el Seminario Mayor... No era de los más simpáticos y extrovertidos, pero tampoco de los que se acobardan... y sonreía siempre...
En el Seminario Mayor pasaba discreta pero eficazmente. Siempre dispuesto a colaborar. Y también preguntando cuando no entendía o pidiendo explicaciones cuando pensaba que las cosas no debían ser así..
Me escribió en tres ocasiones unos cortos pero muy amigables correos, que los conservo con gran afecto y con nostalgia por su inesperada partida.
Imagino el dolor de sus padre ¡Dios me los consuele! Imagino la pena de sus compañeros, la sorpresa, el temor... Y también la serenidad y la paz y la esperanza de todos... Que la "Regina Coeli" lo reciba en su casa celeste... y pueda disfrutar allá lo que aquí quedó pendiente: el ser un buen sacerdote para su pueblo, para ese pueblo sololateco que lo añora y lo sigue necesitando...
Matías, no nos olvides, sigue ascendiendo por las montañas del cielo y de vez en cuando mira a esta tierra que te llora y que te recuerda con tanto afecto, con tanto cariño, con tanta esperanza. Tus años de Seminario ojala te hayan servido para preparate ahora un cielo muy grande...
No te olvides de nosotros, no te olvides de los tuyos y de tu pueblo, que nosotros, yo incluído, no te olvidaremos...
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