Meditación en una tarde de aislamiento y cuarentena
Copio un texto, que aunque escrito hace años, viene que ni pintado para hoy. Ha caído en mis manos en esta tarde de cuarentena y me ha motivado a la fe y al servicio esforzado, también en estas circunstancias confusas y desconocidas para nosotros, que nos está tocando vivir.Meparecen sumamente iluminadoras:
El retablo del altar de Isenheim (Alemania), pintado por Matthias Grünewald, y que es el cuadro de la crucifixión más conmovedor de toda la cristiandad, se encontraba en un convento en el que eran atendidos los hombres que eran víctimas de las terribles epidemias que azotaban a la humanidad en occidente en la Baja Edad Media. El crucificado está representado como uno de ellos, torturado por el mayor dolor de aquel tiempo, el cuerpo entero plagado de bubones de la peste. Las palabras del profeta, cuando dijo que en él estaban nuestras heridas, encontraron su cumplimiento. Ante esta imagen rezaban los monjes, y con ellos los enfermos, que encontraban consuelo al saber que, en Cristo, Dios había sufrido con ellos. Este cuadro hacía que a través de su enfermedad se sintiesen identificados con Cristo, que se hizo una misma cosa con todos los que sufren a lo largo de la historia; experimentaron la presencia del crucificado en la cruz que ellos llevaban, y su dolor les introdujo en Cristo, en el abismo de la misericordia eterna. Experimentaron la cruz, que debían soportar, como su salvación.
Aquellos monjes de los que hablamos no veían en la cruz ningún pretexto que les eximiese de su tarea, que les librase de su actividad de ayuda humana bien dirigida y organizada. Con 369 hospitales en toda Europa habían construído una red de ayuda, en la que la cruz de Cristo se había convertido prácticamente en una llamada a buscarle en los que sufren y curar su cuerpo herido, es decir, acambiar el mundo y poner fin al dolor.
Los monjes de acuerdo con el credo cristiano,no sólo predicaban la salvación que viene de la cruz, sino también la salvación por la cruz asumida en el servicio, y así lo practicaban. Esto constituye el núcleo del cristianismo, desde el que se ha de comprender la actividad humana en este mundo.
(Texto entresacado del libro "Viacrucis" de Editorial Encuentro. Su autor es J. Ratzinger, que inicia lo que escriben a continuación de él, comentando las estaciones del Viacrucis, H.Urs von Balthasar, L.Giussani y J.E.Newman)
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