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Día singular en el Año de la Fe

Día singular en el Año de la Fe

Hoy he vivido un día singular y anecdótico que quiero contar a los amables seguidores del blog.

Visitando la "feria del libro antiguo y de ocasión" que está instalada estos día en el paseo del Espolón, en Logroño, he descubierto dos libros preciosos que parece habían sido puestos allí, para que los encontrara yo.

Se trata de: 1) "La experiencia cristiana de la fe" de Romano Guardini y 2) "La fe de la Iglesia. Textos del Card. Karol Wojtyla".

Son libros de pocas páginas pero parecen escritos a propósito para este año de la fe, pues dan las claves para valorar la fe, vivirla, propagarla y disfrutarla. Copio un párrafo del primero, "La experiencia cristiana de la fe":

Detrás de esa oscuridad impenetrable que envuelve el comienzo de la fe se oculta un misterio más profundo; la fe es obra de Dios. todos esos esfuerzos de pensamiento, esos episodios de la sensibilidad, esas emociones causadas por los valores religiosos, esos encuentros con los santos son los materiales con los cuales el verdadero artesano, Dios, realiza su obra. Hacerse creyente es efecto de una acción divina que nos conmueve, nos transforma, nos ilumina, nos atrae, dejándonos envueltos en el misterio de la gracia. Hasta allí no penetran análisis psicológicos ni razonamiento lógico alguno. Pero, la fe tiene igualmente un lado humano; nace y se desenvuelve conforme a ciertas leyes. Es, pues, perfectamente legítimo plantearnos el problema de la experiencia de la fe. (pág. 36)

Y aquí va otro párrafo del segundo, "La fe de la Iglesia":

Vivimos en tiempos en los que se olvida a Dios, en los que no se le confiesa, en que se le arranca de las publicaciones, de los libros, de los programas de la vida pública. Un mundo privado de Dios, privado de su origen y de su fin -el mundo arrancado a su Creador-, ésta es la ideología y la imagen que se quiere inculcar en el hombre moderno bajo diversas formas: el mundo sin Dios. Y es precisamente contra todas estas tendencias por la que se hace necesario unirnos a Jesucristo que dijo: "¡Yo te confieso, Padre, Señor del Cielo y de la tierra!". (pág 101)

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