Nada hay más decisivo que leer
Descubrí que había otra forma de leer. De vivir cobijado en el palpitar de los textos, mecido por el rumor de las voces que resuenan en ese tiempo de silencio, en esa soledad sonora que toda lectura significa. Gracias a ellos me supe feliz habitante del bosque de las palabras.
Así presenta el autor este pequeño libro sobre el encanto y disfrute del leer. Y lo estoy gozando y agradeciendo el increible regalo de la lectura calmada en este tiempo de tanta velocidad.
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