La salvación viene del espíritu y no de la materia
“Que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale”
El segundo domingo de Adviento es una luz nueva en nuestro camino hacia Dios, que viene a nuestro encuentro. Una luz que buscaba Israel, desterrado lejos del Templo, y que esperaban los pueblos paganos cegados por la idolatría. El profeta Isaías anuncia, como algo ya inminente, que “se revelará la gloria del Señor y la verán todos los hombres juntos”. Y pide a los creyentes, de entonces y de hoy: “En el desierto preparadle un camino al Señor, que los valles se levanten, que los montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale”.
Algunos creyentes judíos entendieron este anuncio al pie de la letra y se retiraron al desierto de Judá en las inmediaciones del mar Muerto? ¿Nos retiraremos también nosotros al desierto de la queja por la crisis, esperando nos la resuelvan y pensando salvarnos así? ¿No deberíamos, más bien, asumir nuestra responsabilidad, enderezar nuestro comportamiento, reconocer la parte de culpa que nos corresponde en el mal que nos aqueja y buscar la salvación en Dios y no exclusivamente en los bienes materiales?
Esta foto la tomó el P. Tulio en mi iglesia parroquial ¡Que venga así a nosotros la luz de Cristo!
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