La vida del sacerdote es la aventura más interesante y necesaria para el mundo
Comento estas palabras de Benedicto XVI a los seminaristas de Roma, el día 1 de febrero: "Aunque pueda parecer que la vida del sacerdote no atrae el interés de la mayoría de la gente, en realidad se trata de la aventura más interesante y necesaria para el mundo, la aventura de mostrar y hacer presente la plenitud de vida a la que todos aspiran. Es una aventura muy exigente; y no podría ser de otra manera, porque el sacerdote está llamado a imitar a Jesús, "que no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos" (Mt 20, 28)
¿Será verdad esta afirmación de Papa? ¿Será cierto que la vida del sacerdote que, efectivamente, "no atrae el interés de la mayoría de la gente", es en realidad "la aventura más interesante y necesaria para el mundo"? Parece más un engaño.
Y, sin embargo, si se examina, la razón: que la vida sacerdotal tiene como objetivo "mostrar y hacer presente la plenitud de vida a la que todos aspiran", se comprende bien que se pueda decir que supone la mayor aventura que se puede realizar. Pero es verdad, como sacerdotes esa es nuestra tarea: mostrar una vida plenificada por la verdad, por el amor, por la felicidad. Y hacerla presente en cada persona, familia, pueblo o ciudad. Efectivamente, lograrlo exige sacrificio, pero se puede lograr con la ayuda de Dios y la propia colaboración. Ejemplo de ello nos lo dio Juan Pablo II. Se dedicó de por vida a defender la verdad, a querer incluso al que atentó contra su vida, a servir a todos con su palabra, con su modo de escuchar, con su vida austera, con su esfuerzo por atender a todo el que lo necesitaba... Y así vivió una vida plena, nada aburrida, intensa y satisfactoria. Una vida, feliz, muy feliz, a pesar de sufrimientos intensos, contrariedades sin número, e incluso persecuciones y críticas feroces...
Me apunto a ese modo de vida y no a esos otros que se nos proponen en la TV, en la Presna, o en la calle. Creo que intentarlo ya da más satisfacciones que quejarse y no hacer nada. En esas estamos...
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P. OREYES -