Carta en el períodico sobre la labor de mi antecesor en la Parroquia . Mi comentario
Cuando ya todo está en calma, cuando esta carta ya no sirve para alimentar ninguna polémica y cuando sabemos, sin embargo, que apenas estarás un par de meses más como responsable de nuestra parroquia de Villamediana, queremos darte las gracias, querido párroco, por un montón de cosas. Cosas que tienen que ver siempre con el corazón, con la caridad y con el amor.
Gracias por predicar con el ejemplo y por abrir tu casa, la casa parroquial, a todo el mundo, a la familia, a los amigos y sobre todo a algunas personas del Proyecto Hombre y a una serie de inmigrantes que compartieron hogar contigo durante meses.
Gracias por montar un belén, aunque ése no fuese tu sueño, pero un belén hecho con la participación de todos, un belén de oración, de recogimiento y de reflexión. Ya sabes: «No sé si eran reyes, no sé si eran tres, lo más importante es que fueron a Belén». Y gracias por desmontarlo cuando aquello dejó de ser un lugar de compromiso y participación de la gente y pasó a ser algo repetitivo.
Gracias por arreglar nuestra parroquia sin subvenciones y lograr que entre todos lo hiciéramos posible. Gracias por vivir estos años en una casa parroquial tan humilde y por acatarrarte a veces por no gastar en calefacción. Gracias por no fardar de ello.
Gracias por dejarnos participar en lo pequeño, que eso no es raro, y en lo grande. Gracias por animar a una mujer a predicar un Jueves Santo o el día de la patrona. Gracias por pedir que dieran la comunión un cura casado o cualquier sencilla mujer. Gracias por potenciar siempre la participación del pueblo de Dios. Gracias por permitir que la música de cámara, o de plectro o de púa sonara en la iglesia y a su son se elevaran nuestras almas. Gracias por preferir los cantos del pueblo a las grandes corales. Gracias por gritar desde el retablo mayor «no a las minas personales» o reclamar en él el 0,7% de ayuda para el Tercer Mundo. Gracias por respetar nuestras decisiones sinodales y dejar que nos demos las manos, todas las manos, para rezar el padrenuestro. Gracias por dejarnos comulgar con las dos especies. Gracias por llevar un ramo de laurel lleno de dulces el Domingo de Ramos y hacerte así un niño más y dejar que los niños se acerquen a ti. Gracias infinitas por predicar con los pies en el suelo aquello que nos gusta oír y más aún por repetir machaconamente todo lo que no nos gusta, porque nos incomoda, porque nos cuestiona, porque nos refleja. Gracias por tu consecuencia.
Gracias por ir cada uno de noviembre con el mismo cariño al cementerio oficial y a la Barranca, por no perderte ninguna manifestación del uno de mayo, por hacerte presente cada vez que un obrero muere en accidente laboral, por irte de vacaciones al Tercer Mundo para no olvidarte de lo importante. Gracias por abrir la iglesia a todos, a los que siempre la tenían abierta y más aún a los que casi la tenían cerrada, por hacernos ver que en la Iglesia cabemos todos y que hemos de intentar el compromiso y la ejemplaridad. Gracias por disfrutar con todo ello y respetar a quienes no lo hacen.
Creemos que nadie puede decir que no le has ayudado si te lo ha pedido. Creemos que nadie puede decir que ha reñido contigo. Creemos que poca gente -siempre hay alguien para todo- se alegra en Villamediana de que te vayas. Si no hemos salido más en el periódico estos días es porque nos has pedido que no lo hiciéramos y porque nos has enseñado que lo importante está en el sentir y en el obrar más que en el decir, aunque, curiosamente, sea por decir por lo que más se te cuestiona y se te critica a veces.
Señor cura, nos quitamos el sombrero ante usted y esperamos con respeto y cariño al nuevo sacerdote. Si hay algo que nos has enseñado en estos años es que lo más importante es vivir en paz con uno mismo y con los demás. Siendo mejores si podemos, y siguiendo igual si nos es imposible cambiar. Pero felices, que Dios nos quiere felices y es un Padre bueno y siempre fiel. A él y no a los hombres nos debemos. Nos da pena que te vayas, ésa es la verdad, pero sabemos que estarás cerca porque muchos, casi todos, te llevamos en el corazón. Y nos alegramos por tus futuros feligreses de Logroño. Que lo bueno hay que compartirlo con generosidad. Aunque nos cueste.
Gracias por predicar con el ejemplo y por abrir tu casa, la casa parroquial, a todo el mundo, a la familia, a los amigos y sobre todo a algunas personas del Proyecto Hombre y a una serie de inmigrantes que compartieron hogar contigo durante meses.
Gracias por montar un belén, aunque ése no fuese tu sueño, pero un belén hecho con la participación de todos, un belén de oración, de recogimiento y de reflexión. Ya sabes: «No sé si eran reyes, no sé si eran tres, lo más importante es que fueron a Belén». Y gracias por desmontarlo cuando aquello dejó de ser un lugar de compromiso y participación de la gente y pasó a ser algo repetitivo.
Gracias por arreglar nuestra parroquia sin subvenciones y lograr que entre todos lo hiciéramos posible. Gracias por vivir estos años en una casa parroquial tan humilde y por acatarrarte a veces por no gastar en calefacción. Gracias por no fardar de ello.
Gracias por dejarnos participar en lo pequeño, que eso no es raro, y en lo grande. Gracias por animar a una mujer a predicar un Jueves Santo o el día de la patrona. Gracias por pedir que dieran la comunión un cura casado o cualquier sencilla mujer. Gracias por potenciar siempre la participación del pueblo de Dios. Gracias por permitir que la música de cámara, o de plectro o de púa sonara en la iglesia y a su son se elevaran nuestras almas. Gracias por preferir los cantos del pueblo a las grandes corales. Gracias por gritar desde el retablo mayor «no a las minas personales» o reclamar en él el 0,7% de ayuda para el Tercer Mundo. Gracias por respetar nuestras decisiones sinodales y dejar que nos demos las manos, todas las manos, para rezar el padrenuestro. Gracias por dejarnos comulgar con las dos especies. Gracias por llevar un ramo de laurel lleno de dulces el Domingo de Ramos y hacerte así un niño más y dejar que los niños se acerquen a ti. Gracias infinitas por predicar con los pies en el suelo aquello que nos gusta oír y más aún por repetir machaconamente todo lo que no nos gusta, porque nos incomoda, porque nos cuestiona, porque nos refleja. Gracias por tu consecuencia.
Gracias por ir cada uno de noviembre con el mismo cariño al cementerio oficial y a la Barranca, por no perderte ninguna manifestación del uno de mayo, por hacerte presente cada vez que un obrero muere en accidente laboral, por irte de vacaciones al Tercer Mundo para no olvidarte de lo importante. Gracias por abrir la iglesia a todos, a los que siempre la tenían abierta y más aún a los que casi la tenían cerrada, por hacernos ver que en la Iglesia cabemos todos y que hemos de intentar el compromiso y la ejemplaridad. Gracias por disfrutar con todo ello y respetar a quienes no lo hacen.
Creemos que nadie puede decir que no le has ayudado si te lo ha pedido. Creemos que nadie puede decir que ha reñido contigo. Creemos que poca gente -siempre hay alguien para todo- se alegra en Villamediana de que te vayas. Si no hemos salido más en el periódico estos días es porque nos has pedido que no lo hiciéramos y porque nos has enseñado que lo importante está en el sentir y en el obrar más que en el decir, aunque, curiosamente, sea por decir por lo que más se te cuestiona y se te critica a veces.
Señor cura, nos quitamos el sombrero ante usted y esperamos con respeto y cariño al nuevo sacerdote. Si hay algo que nos has enseñado en estos años es que lo más importante es vivir en paz con uno mismo y con los demás. Siendo mejores si podemos, y siguiendo igual si nos es imposible cambiar. Pero felices, que Dios nos quiere felices y es un Padre bueno y siempre fiel. A él y no a los hombres nos debemos. Nos da pena que te vayas, ésa es la verdad, pero sabemos que estarás cerca porque muchos, casi todos, te llevamos en el corazón. Y nos alegramos por tus futuros feligreses de Logroño. Que lo bueno hay que compartirlo con generosidad. Aunque nos cueste.
Mi comentario:
Parece que mi antecesor ha realizado su ministerio parroquial con algunos acentos muy personales. Espero que el acento que ponga yo sea muy poco mío y lo más posible del único Pastor que es Jesucristo. Al Buen Pastor le pido que me enseñe a realizar mi servicio parroquial en Villamediana con sencillez y sabiendo que soy intrumento suyo para servicio de un pueblo que Él ha redimido con su sangre. Cuento con la ayuda maternal de Santa María de la Asunción, titular de la parroquia, y de Santa Eufemia, su patrona. Y cuento también con la oración y el apoyo de mis entrañables amigos de antes y de mis futuros amigos y feligreses de mi nueva parroquia.
(En la foto: procesión en Villamediana con las imágenes de Santa Eufemia y San isidro)
0 comentarios