Algo más que barro
Somos, además, espíritu y nos distinguimos de los animales porque pensamos y queremos.
Y necesitamos que ese epíritu nuestro se potencie por la fuerza de Dios, que nos supera, que nos trasciende, que nos agranda.
Ese Espíritu divino se nos dio en pentecostés y se nos sigue dando a través de la oración de la Iglesia. A ella nos acojemos para no resignarnos a la mediocridad, a la nada.
¡Ven Espíritu divino, te necesitamos; te necesita nuestro mundo materializado y desesperanzado!
Ven, como viniste sobre la Virgen, y la engrandeciste sin sacarla de su hogar, de su pueblo, de su cultura, de su tiempo. Como ella, queremos acogerte, seguir tus insinuaciones, dejarnos transformar por tu gracia ¡Ven, Espíritu Santo!
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