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Recuerdos de Monseñor Eduardo Fuentes

Recuerdos de Monseñor Eduardo Fuentes

Hoy he recordado aquellos retiros en Karmel Juyú que solíamos realizar en la semana de Pascua allá por los años 1990. Asistía practicamente la totalidad del clero de la diócesis de Sololá-Chimaltenango (entonces menos numeroso que en la actualidad), encabezado por el Obispo Mons. Eduardo Fuentes de feliz memoria. Eran unos días preciosos: de convivencia, de silencio, de oración y de alegría.

Especial gracia me hace recordar las Visperas, que cantábamos juntos en la capilla, en las que Monseñor Eduardo cantaba a pleno pulmón con gran entusiasmo. Solo el P. Luis Antonio le hacía alguna competencia. Y lo más admirable era ver que a ninguno de los dos les decaía la voz a pesar de que cada día cantábamos todas las inacabables estrofas.

También recuerdo una bendición con el Santísimo, que presidía el P. Víctor. Al tratar de retirar el viril de la custodia se había atascado de tal forma que resultaba inútil (y divertido) todo el esfuerzo que, el entonces joven presbítero, realizaba a vista de todos. En estas, se lanza Monseñor Eduardo a socorrerlo. Yo pensaba: "Como falle el Obispo, a ver quien se atreve a corregirle la plana.." Pero, gracias a Dios, no falló y pudimos, entre risas mal contenidas, concluir la ceremonia.

Esto me recuerda que la presencia de Monseñor Eduardo daba un sentido muy familiar y muy agradable al retiro, a pesar de que los predicadores salían, casi siempre, del propio clero o predicaba el mismo Obispo. Nos sentíamos muy a gusto y aprovechábamos ilusionados aquellos días, que se nos hacían cortos. Casi tan cortos, como las sábanas que nos ponían las buenas carmelitas (a quienes familiarmente llamábamos "las Juyú"), que no había forma de que cubrieran la cama, por lo que algunas veces hubo que llevar sábanas propias.

Así se ve el incomparable lago Atitlán desde Karmel Juyú. Quien lo ha visto alguna vez no lo olvida.

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