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La Medalla Milagrosa, signo de la cercanía de María

La Medalla Milagrosa, signo de la cercanía de María

“Trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente” – Dice el Resucitado a Tomás-. “Vestíos de la misericordia entrañable…”  - Dice San Pablo a los Colosenses-.

¿Y a nosotros, hermanos y hermanas, devotos de la Virgen Milagrosa, no nos estará diciendo eso mismo nuestra Madre, al habernos convocado un año más a su novena, en esta Iglesia Catedral que guarda su preciosa imagen?

Sí, en este Año de la fe, que estamos concluyendo, el Señor, por medio de la Virgen, nos invita a tocarlo en los sacramentos para humanizarnos, para revestirnos de “misericordia entrañable” y atender así con solicitud a los necesitados, a nuestros familiares, a nuestros convecinos, a todos los que pasan a nuestro lado.

El Papa Francisco nos lo recuerda en su encíclica “La Luz de la fe”, que está sirviendo de guía en esta novena, cuando nos dice: “Con su encarnación, con su venida entre nosotros, Jesús nos ha tocado y, a través de los sacramentos, también hoy nos toca; de este modo transformando nuestro corazón, nos ha permitido y nos sigue permitiendo reconocerlo y confesarlo como Hijo de Dios. Con la fe, nosotros podemos tocarlo, y recibir la fuerza de su gracia.”

Que salgamos hoy de la novena más conmovidos, tocados por Jesucristo, que se nos hace presente sobre el altar en la Eucaristía. Y que ese toque de su gracia nos ablande el corazón para ser sensibles y llenos de afecto para quienes tenemos a nuestro lado. Con qué fuerza el Papa Francisco nos da ejemplos y gestos de cercanía a los pobres, niños, inmigrantes, enfermos… No nos cansemos nosotros de ser pacientes en casa y comprensivos y cariñosos; y fuera de casa, atentos, educados, sencillos y colaboradores.

Recordemos hoy el detalle de cercanía de la Virgen con Santa Catalina Labouré en una de sus  apariciones, que nos hace tangible la cercanía de Dios. “Mirando a la Vrigen –cuenta la Santa- dí como un salto hacia ella, de rodillas sobre las gradas del altar, con las manos apoyadas en las rodillas de la Santísima Virgen. Así pasaron –añade Santa Catalina Labouré- unos momentos, los más dulces de mi vida. Me sería imposible decir lo que sentí”.

Efecitvamente, acercarnos a la Virgen nos hace más cercanos a Dios y nos prepara a dejarnos tocar por Él, haciéndonos mejores. Demos un paso en la devoción a María, la Milagrosa, en su novena. Dejemos que su medalla, tocando nuestro pecho y sintiendo nosotros su tacto, nos recuerde quiénes somos: creyentes, en un mundo de increencia, hijos de Dios y de Santa María, en un mundo huérfano. Y sintamos el orgullo y la fuerza de comportarnos como tales hijos, conociendo mejor nuestra fe y no dejando que se apague en nuestra familia y en nuestros ambientes.

Así, este encuentro familiar con la Virgen de todos los años, aquí en La Redonda, será –como decía Santa Catalina Labouré de su encuentro con la Virgen, “el más dulce de nuestra vida”. Y lo disfrutaremos, y lo anhelaremos cada año, anticipando así el día gozoso en que podamos abrazar a nuestra Madre María en el cielo. Que así sea.

En la foto el altar de la Milagrosa en la Concatedral de Santa María de La Redonda de Logroño. 

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