Semana del Buen Pastor
“Concédenos, Padre, que el débil rebaño de tu Hijo tenga parte en la admirable victoria de su Pastor”. Así rezábamos al comienzo de la misa de ayer, domingo del Buen Pastora, que concluye pidiendo “que el rebaño adquirido por la sangre de Cristo pueda gozar eternamente de las verdes praderas de su Reino”. Estamos seguros de ser escuchados por Cristo, Buen Pastor, que nos ama hasta dar la vida por nosotros. Y con esa seguridad nos lanzamos los creyentes a sanar la corrupción de este mundo con la medicina del Evangelio.
Pero ¿cómo lograrlo sin la necesaria fuerza de choque que son las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada? Ayer celebramos la jornada mundial de oración por todas ellas. Pedimos al Buen Pastor, durante esta semana, que su llamada vocacional sea acogida por muchos jóvenes valientes y que los llamados puedan contar con el apoyo de todos. Que sientan nuestro aprecio, nuestra admiración y nuestra oración perseverante. Así podrá cumplir el Señor su promesa: “Os daré pastores según mi corazón” ¡Los necesitamos!
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