"Sudar la camisa"
En sentido figurado dícese de los que trabajan duro por salir adelante. En sentido literal lo digo yo cada día de este excepcionalmente caluroso mes de agosto.
Y a proposito de mis sudores clericales, que dejan regueros blancos sobre fondo negro y hacen trabajar a tope mi lavadora (en mi caso actualmente ya no hay ni monjas, ni señoras que me laven), pensaba yo en lo bonito que sería que en el año sacerdotal recuperáramos los sacerdotes, entre otras cosas, algo del sentido y significado de vestir de modo diferente a los laicos. Que entendiéramos que se trata de un signo visible, tan visible que se suda, tras el que late una realidad invisible y magnífica. Prescindir del signo no perjudica al significado, pero tampoco lo manifiesta, y como esa realidad se oculta por su propia naturaleza corre el peligro de pasar desapercibida, incluso para quien la posee y administra.
En fin, qué para qué darle vueltas. Incomoda, ciertamente, sudar camisas clericales, pero, hasta cuando se meten en la lavadora, y dan vueltas y vueltas, le recuerdan a uno su invisible sacerdocio, real incluso cuando se viste camiseta de tirantes, pero más patente con una sencilla camisa de cura.
Y ¿Qué decir de la sotana? Yo me la sigo poniendo en la iglesia para confesar, celebrar, rezar y atender a mis fieles. No me hace más sacerdote, pero sí hace más patente a mis fieles mi sacerdocio. Así cuando me encuentran de esa manera vestido, siempre me dicen: "Claro, usted es el párroco, no cabe duda". Y es más fácil pasar directamente al problema pastoral que les preocupa.
Así, que en el Año Sacerdotal, amigos sacerdotes, a "sudar la camisa y la sotana", que hay muy buenas lavadoras, e incluso alguno de ustedes puede que tenga hasta LAVANDERA, ¡gran privilegio, sin duda!
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