Unido en el recuerdo a los sacerdotes de Sololá
Que hoy celebran el día del Sacerdote Exalumno del Seminario, que me trae el recuerdo de mis tiempos de formador en el Seminario.
He encontrado, revisando papeles, una entrevista de hace ya veinte años (1994) que me hicieron los seminaristas que elaboraban el periódico interno "Semetabaj". Me ha dado alegría ver que los sueños de entonces son ahora una gozosa realidad, gracias a la magnífica labor de los actuales formadores, entonces aún alumnos. Me uno, por ello, a su acción de gracias y al gozo de todos los sacerdotes que han salido de ese querido Seminario.
Esta es una parte de la entrevista:
P. Ángel, como rector del Seminario de Sololá ¿cual es su objetivo principal?
Consolidar el Seminario en su espíritu y en sus estructuras, pues está todavía muy joven y poco desarrollado. Para ello hay que ir formando un equipo competente e integrado de formadores, y ello no resulta fácil.
Después hay que ir creando toda una tradición sacerdotal en las diócesis que nos envían sus seminaristas. En la mayoría de ellas los sacerdotes han venido de fuera y no se sabe cómo debe funcionar un sacerdote nacido con mentalidad y cultura locales.
En tercer lugar hay que arreglar el tema económico, procurando que aumente la ayuda diocesana y que no haya que depender mayoritariamente de la ayuda extranjera.
¿Cómo se siente al tener como colaboradores a algunos sacerdotes salidos ya de este seminario?
Es la mayor de las satisfacciones, pues se va cumplendo el primer objetivo. Al mismo tiempo es una gran responsabilidad pues no se les puede exigir a ellos lo que uno no está dispuesto a dar.
Usted que proviene de una diócesis con una larga tradición ¿qué diferencia ve con nuestras jóvenes iglesias?
Ciertamente todo es aquí muy distinto a lo que yo he vivido en mi tierra de origen. Y considero que tanto acá como allá, hay cosas malas y buenas, dificultades y oportunidades, gracia y pecado.
Acá casi todo está por hacer, con la ventaja de que pueden hacerse innovaciones sin problemas, pero con el inconveniente de que pueden resultar fallidas; allá todo está hecho y resulta difícil renovar y mejorar lo recibido, pero se da la ventaja de que la tradición le arropa a uno y es más difícil equivocarse.
Pero, en uno y otro lugar, lo difícil es mejorar día a día la vida de la Iglesia, con toda la riqueza de su misterio y sacar las consecuencias personales y comunitarias que esto implica.
La foto es de aquellos tiempos, en la que aparezco, en El Salvador, con el entonces obispo de Sololá, Mons. Eduardo Fuentes, de feliz memoria.
2 comentarios
Angel Mª Pascual -
P. Tomas -