Una foto que me lleno de nostalgia y de recuerdos...
Me habían enviado muchas totos, pero ninguna de esta -¡tan recordada!- capilla del Menor de Sololá. Por eso me he emocionado al recibirla.
He recordado por ejemplo, las aventuras para traer en el avión la imagen de la Virgen ¡Lo que tuve que rogar al personal de Iberia, que al fin se compadecieron! Lo que pené ocupando el pasillo del avión con la imagen, pues no cabía en el maletero y la llevaba en el equipaje de mano. La ayuda, milagrosa, de un sacerdote italiano que venía sin equipaje y que me sacó el bulto hasta fuera del aeropuerto. Eso sí, a cambio, tuvimos que buscarle alojamiento en la ciudad. En fin, cuando la he vuelto a comtemplar veo en ella algo más que una imagen...
También me ha venido el recuerdo de la inauguración de esa capilla que conctruímos con tanto sacrificio pero con tanto cariño. Monseñor Eduardo fuentes se estaba muriendo y vino en su nombre el Nuncio Morandini. Al final de la misa en la que todos lloramos recordando al obispo moribundo, le dije unas palabras al Señor Nuncio, que en la noche, desde la Nunciatura me pidieron se las enviase. Por cierto que no salio el fax a la primera y tuve que mandar un segundo fax. En esas palabras expresaba yo lo que todos llevabamos en el corazón: cariño, pena, incertidumbre por el futuro, y deseos enormes de poder acabar esa obra apenas iniciada del Seminario Menor.
En definitiva, contemplar esa capilla, es para mi, un desbordarse de recuerdos, que no me dejan indiferente, y me arrancan más lágrimas de las que me deberían salir a estas alturas, tras todo lo que pasó después. Gracias, de todos modos, P. Lee, por haberme permitido con el envío de esta foto dar rienda suelta a estos íntimos recuerdos, que tanto pugnan en mí por salir...
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