La Virgen del Roble, en Sorzano, mi pueblo.

Se celebraba siempre en este día. Ahora se adelantó al fin de semana anterior.
Este año la pude disfrutar con mi familia, amigos y paisanos.
La víspera de la fiesta subimos en procesión a la ermita, que estuvo muy concurrida. Allá terminamos la novena y se bendijeron los bollos, que se repartieron a todos los asistentes. Mientras degustaba el bollo pude charlar con muchas personas a quienes no veía desde hace años. Fue una tarde estupenda y bastante fresca en cuanto a la temperatura. Pero el calor de la amistad calentó suficiente el ambiente.
Al día siguiente, el día de la fiesta de la Virgen del Roble, de nuevo se vuelve a la ermita, que domina el paisaje desde un altozano: el valle del Iregua y del Ebro, las montañas que limitan La Rioja, Álava y Navarra, la sierra Camerana, la imponente llanura bajo el pueblo... Un paisaje de ensueño, que al final del verano, aunque ha sido seco, se ve precioso. Por cierto, el mirador de la ermita, ha sido reparado estupendamente, pues las aguas invernales derrumbaron el muro. La Comunidad de La Rioja ha sufragado los gastos. Así da gusto.
En definitiva, una fiestas preciosas que siempre se esperan con ganas y se recuerdan con nostalgia y alegría.