Lograr ver con la luz de la fe
“Él fue, se lavó, y volvió con vista”. Increíble parecía este milagro de la curación del ciego a los incrédulos fariseos. Increíble parecen también hoy las conversiones. Pero las hay, porque Dios no pierde fuerza. Somos nosotros los que perdemos interés, entusiasmo y fe. Y, en vez de buscar a Dios, nos enfangamos en el materialismo, en la sensualidad, en el dinero, en los rencores, y acabamos ciegos y desesperados y tristes.
Pero podemos convertirnos y la cuaresma, cada año nos ofrece la penitencia, la confesión, como medio para convertirnos y recobrar luz y la vista: “Habiendo recibido en el Bautismo al Verbo, la luz verdadera que ilumina a todo hombre, el bautizado, tras haber sido iluminado, se convierte en hijo de la luz, y en luz, él mismo” (Catecismo).
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