Claroscuros del 5º aniversario de mi salida de Sololá
El paisaje sololatelco, que incorporé durante veinte años a mi paisaje interior, es radiante u oscuro, según la estación. Pero, en las tardes del lluvioso invierno, lo cubre una neblina, que, pienso, es semejante a la que oscurece aún hoy el quinto aniversario del fin de los preciosos años de mi servicio ministerial en el Seminario de Sololá.
Me gustaría que mi reflexión a este propósito, compartida con los amigos del blog, contribuyera a clarificar ese claroscuro de mi corazón.
Porque aquellos días finales, hace ahora cinco años, fueron duros y me dejaron un confuso regusto de afecto y de tensión, de tristeza y de satisfación, de afecto y de desafección. Sentimientos dañinos, por confusos, que no quisiera guardar así en mi memoria interior.
Por eso, en este aniversario, quisiera superar esas contradicciones permitiendo que el sol del cariño, incrementado en mi corazón y el de mis amigos en estos años de ausencia, disipe ese claroscuro y permita que mi paisaje interior resplandezca algún día como resplandece el lago en los primeros días de noviembre, al barrer las nubes el viento que eleva al cielo barriletes de colores, que alegran la vista y dan paz al corazón.
Cuento con los amigos para que alguna vez llegue a ser luminoso el claroscuro de hoy.
2 comentarios
Angel Mª Pascual -
Anónimo -
Y eso se lo agradeceremos -habló en plural porque sé que somos muchos- toda la vida... Gracias por enseñarnos a encontrar siempre la claridad en medio de la neblina... Gracias por enseñarnos a amar lo verdaderamente importante