La misericordia de Dios no tiene límites
“Dad gracias al Señor porque es eterna su misericordia”
Los cristianos cantamos este salmo, especialmente en este domingo segundo de Pascua, en el que Jesús Resucitado pide al incrédulo Tomás que toque las llagas que han dejado los clavos y la lanza en su cuerpo glorioso. Esas marcas aseguran que la misericordia de quien las lleva, el Señor Resucitado, no tiene límites. Porque sólo quien es capaz de sufrir hasta ese extremo es capaz de querer y de perdonar siempre.
San Juan Pablo II al instituir en este día la fiesta de la Divina Misericordia decía. “Es preciso transmitir al mundo el fuego de la Misericordia. En la Misericordia de Dios el mundo encontrará la paz y el hombre la felicidad”.
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